El P. Serafino continúa narrando: “En mi vida siempre me he orientado hacia la ayuda a los jóvenes en riesgo, he invertido mucho en los jóvenes, y ahora, en Kami, estoy cosechando los frutos porque hemos dado pasos en el ámbito de la educación y la solidaridad, y los mismos jóvenes están involucrados en la mejora de su futuro”.
La Misión Salesiana de Kami abarca una superficie muy grande, de unos 910 km2, en el departamento de Cochabamba, Bolivia. En Kami, y en los cientos de comunidades campesinas que lo rodean, viven unas 20.000 personas que pertenecen a las etnias Quechua, descendientes de los antiguos Incas, y Aymara, de origen pre-incas. La población se divide en mineros y en campesinos.
Los primeros se trasladaron a Kami desde el campo para trabajar en la extracción de tungsteno y estaño. Los campesinos que viven en comunidades pequeñas, pobres y aisladas, extendidas por un vasto territorio, cultivan papas, cebada, avena y legumbres, con sistemas primitivos y crían ovejas y llamas.
En esta difícil realidad, en 1977, llegó un pequeño grupo de misioneros salesianos que, junto con la población local, en el transcurso de 40 años, con la ayuda de muchos voluntarios, iniciaron y consolidaron varios proyectos. El objetivo de los proyectos no es solo mejorar las condiciones de vida de la población local, sino sobre todo permitirles continuar su propio desarrollo de manera autónoma.
“Desde el principio nos hemos centrado en la salud y la educación - continúa el P. Serafino -, dos dimensiones fundamentales para el desarrollo y, habiendo conseguido organizar mejor la atención sanitaria con la ayuda de una ONG italiana llamada COOPI, hemos fortalecido las escuelas de la zona, de modo que el alto porcentaje de abandono escolar ha disminuido y por lo tanto la lucha contra el analfabetismo nos ha dado una población más preparada para seguir avanzando hacia un futuro algo menos oscuro”.
Fuente: Agencia Fides