La mañana comenzó con la oración comunitaria en el Teatro Grande Valdocco y la proyección de un video resumen sobre lo compartido la tarde anterior, que fue útil para fomentar el clima de comunión y armonía entre todos los presentes.
Posteriormente, el salesiano padre Joan Lluís Playà, SDB, delegado central del Rector Mayor para el Secretariado de la Familia Salesiana, junto con la hermana Leslie Sandigo, Hija de María Auxiliadora y consejera general para la Familia Salesiana, introdujeron los trabajos de la jornada. “El peregrino es la persona que ve muchas cosas en el camino, dirige su mirada más allá, percibe lo esencial. Para el peregrino, lo importante no es saber, sino comprender el ser e inmersionarse en sus misterios”, inició el padre Playà.
Conectada desde Roma, donde imparte clases, la profesora Freni presentó un detallado recorrido sobre la esperanza, refiriéndose también a los estudios y a la producción científica de su maestro, el padre Sabino Palumbieri, SDB – fundador además del Movimiento Testimoni del Risorto, XX grupo de la Familia Salesiana, también representado en estas JEFS – y de Gabriel Marcel, el filósofo por excelencia, representante y portavoz de la esperanza.
La ponente destacó cómo la esperanza no es solo una virtud teológica, sino una dimensión fundamental y constitutiva del ser humano, que impulsa a superar los límites existenciales, dando dirección y sentido a la vida. La esperanza orienta al “peregrino” hacia una meta segura y, desde la perspectiva cristiana, lo acompaña hacia el puerto seguro que encuentra en Cristo su anclaje. Entre sus características, aparece como una realidad no individualista, sino relacional, arraigada en la comunidad y en el compartir, y que se manifiesta en gestos gratuitos de humanidad y acogida.
A diferencia del optimismo, que se basa en deseos muchas veces decepcionantes, la esperanza se funda en una tensión hacia la trascendencia, continuó la profesora Freni. Es una fuerza interior capaz de superar incluso la muerte, porque afronta el desafío de la finitud humana, indicando que la vida no se agota en la tierra, sino que encuentra su plenitud en la eternidad. “Si no se tuviera la esperanza fundamental de que nuestro ser no está destinado al fin de todo, sino a la plenitud, entonces nuestra vida asumiría un valor contingente y precario que terminaría en la derrota del significado”, explicó.
Con referencia a Marcel, la docente de la UPS definió la esperanza como una “memoria del futuro”, un elemento esencial del ser humano en su viaje hacia la plenitud, y sobre todo una cualidad inseparable del amor, que se realiza plenamente en el encuentro con el otro.
Concluyendo su reflexión, la estudiosa se centró en el ejemplo de esperanza ofrecido por el Santo de los Jóvenes. “Don Bosco fue un hombre de esperanzas contra toda lógica de conciencia humana. Se encomendó confiando y entregando toda su obra a María Auxiliadora, la madre que no abandona a sus hijos, que los precede en sus dificultades y en sus necesidades”. La visión profética de Don Bosco, añadió, testimonia cómo la esperanza era para él una realidad que se construía con fe y acción, motivo por el cual su figura sigue siendo un modelo para enfrentar los desafíos contemporáneos con tenacidad y amor.