El oratorio salesiano de Alepo en estos últimos años, ha seguido siendo un punto de referencia para los jóvenes y las familias que lo frecuentan. "Al comienzo de la guerra, en 2012, nos vimos obligados a cerrarlo durante seis meses. Pero cuando nos dimos cuenta de que el conflicto duraría mucho tiempo, decidimos reabrir. No había otro camino: permanecer cerrados en sus casas, los chicos se volverían locos ", explica el joven director de la obra, él mismo un alepino, don Pier Jabloyan.
Entre las muchas actividades que se llevan a cabo, es significativo el programa extracurricular dirigido a unos 70 niños, involucrando a una docena de estudiantes universitarios: "Hay enormes necesidades educativas -continúa el salesiano-. Muchas escuelas han sido destruidas o transformadas en centros de acogida... Además, si uno no tiene agua en casa, no tiene electricidad y le cuesta alimentarse, es difícil decirle que 'estudie'. Pero Don Bosco nos enseña que la instrucción significa futuro. Es por eso que resistimos, ofreciendo a los niños lo que teníamos: nuestros espacios, la merienda, el compromiso de nuestros jóvenes".
La guerra también ha causado numerosas lesiones a quienes sobrevivieron a la violencia. Don Jabloyan dice: "En todos la guerra ha creado problemas psicológicos. El umbral de la sensibilidad ha aumentado mucho: las noticias de uno, dos muertos corren el riesgo de no hacer más efecto. Los niños a menudo se expresan con dureza y, a veces, un partido de fútbol puede convertirse en un pretexto para explotar la agresión. También en esto tratamos de acompañarlos y ayudarlos a recordar que son mejores que lo que les rodea, como muchas veces nos lo han demostrado".
La página de Facebook "Don Bosco Alepo" es un válido testimonio de las muchas actividades del oratorio y del compromiso salesiano de ofrecer una normalidad hecha de momentos de oración, fiestas litúrgicas, música, espectáculos... "Este es nuestro estilo - concluye don Jabloyan - centrarse en la belleza y en el encuentro".