Es el pequeño templo de Kramatorsk, la última gran ciudad de la región que sigue siendo completamente ucraniana. Las tropas de Putin están a menos de veinte kilómetros, y es como si el horror de los combates entrara en la celebración que tiene lugar el domingo 29 de diciembre de 2024, en simultáneo con las diócesis de todo el mundo. Solo que la de Donetsk está, en su mayoría, bajo control ruso y es el escenario de las batallas más feroces de los últimos meses, donde los batallones del Kremlin avanzan.
La Puerta del Año Santo tiene una corona. Y sobre el dintel, la inscripción “Recen por Ucrania” está incrustada en los colores amarillo y azul de la bandera. Monseñor Ryabukha golpea tres veces la cruz sobre la madera de la única hoja. Y la puerta es atravesada por una pequeña multitud que, desafiando los misiles y el miedo, se ha reunido para un evento que permaneció en secreto hasta el último momento por razones de seguridad: son jóvenes y ancianos, madres con sus hijos pequeños y militares que han pedido algunas horas de permiso desde las trincheras para estar presentes.
“La Puerta Jubilar es un signo de esperanza para toda la región – explicó monseñor Ryabukha –. La esperanza es nuestra mayor fortaleza porque da el coraje de ir más allá de lo contingente y de la debilidad humana. Kramatorsk es un cruce para todos nuestros fieles y, por lo tanto, una especie de faro tanto para los territorios libres como para los ocupados”.
En la homilía, el obispo recordó que todos están invitados a “buscar el bien que permite ver la luz incluso en medio de las tinieblas”. Y subrayó que es “Cristo quien nos acoge y nos ayuda a levantar la mirada del drama de la guerra para descubrir la belleza de la vida”.
En peregrinación a la Puerta Jubilar de Kramatorsk, el obispo salesiano lleva a toda su Iglesia, que abarca cuatro regiones. Una peregrinación del sufrimiento que se convierte en esperanza, a pesar de un conflicto que lleva más de mil días y que aquí continúa ininterrumpidamente desde dos mil catorce. “Aunque estemos cansados, Dios nos repite que la paz llegará y que el mal nunca tiene la última palabra”, afirma el obispo.
La diócesis de Donetsk tendrá Puertas Jubilares también en las ciudades de Dnipro y Zaporiyia. “Pero no en Lugansk – continúa monseñor Ryabukha – que está completamente ocupada. Por ello, el pensamiento va hacia quienes viven en los territorios ocupados: cada uno de ellos sabe que, aunque no pueda cruzar la Puerta Jubilar, podrá vivir el Jubileo a través de la oración y la comunión espiritual”.
Según el obispo de Donetsk, “estos momentos nos hacen sentir la cercanía de toda la Iglesia y nos recuerdan que el Señor está con nosotros y quiere nuestro bien”.
Giacomo Gambassi
Fuente: Avvenire