Por: Sophie Lauringer
En Damasco, los Salesianos acompañan a un grupo de alrededor de 1.250 niños y jóvenes, y en Alepo son unos 900. Ellos tratan de ofrecer diferentes actividades para el tiempo libre, y el catecismo. En el mismo momento que se celebraba la JMJ en Cracovia, en Alepo se realizaba un evento similar con unos 1.200 jóvenes de todas las confesiones cristianas. “A pesar del sufrimiento, podemos experimentar cosas bellas y por encima de todo, experimentamos que Dios existe y está entre nosotros”, manifiesta el P. Gaurie.
Los salesianos tratan de transmitirles a los jóvenes dos elementos principales: “la esperanza y la reconciliación”. Sin estos dos elementos no habrá futuro en Siria.
El P. Gaurie explica que las explosiones de granadas son casi habituales, e incluso suceden en las zonas más tranquilas de Damasco y Alepo. El trabajo de los salesianos está a unos 2 a 3 km de la frontera. “Por supuesto, los padres de familia tienen miedo cuando envían a sus hijos hacia la obra salesiana - Y continúa - Es peligroso en todas partes, pero de alguna manera uno tiene que continuar”. Hace algún tiempo, esperando a que llegue el autobús para trasladarse al centro salesiano, un niño murió, asesinado por la explosión de una granada.
Donde no existen combates, la gente trata de vivir una vida tan normal como sea posible, explica el salesiano. Muy a menudo falta lo suficiente para vivir: agua potable, alimentos o medicamentos. Los niños se han acostumbrado a la guerra, al sonido de los aviones, a los aviones de combate, a escuchar las bombas.
En Damasco hay 35 voluntarios que apoyan el trabajo de los Salesianos. Durante las actividades de verano llegan a unos 100 voluntarios. "Son muy importantes, sin ellos no haríamos mucho” explica el P. Gaurie.
El gobierno, dice, no impide el trabajo de los Salesianos “porque no hacemos actividades políticas”, pero tampoco apoyan financieramente.
Pero, los salesianos nunca han pensado en renunciar a su trabajo en el lugar: “El Inspector nos preguntó si queríamos irnos del país – nos narra el P. Gaurie – Nuestra respuesta fue clara: no abandonaremos a la gente de Siria”.