“Para nosotros es muy importante seguir al lado de los menores y jóvenes. Salimos en su búsqueda, vamos a las zonas ocupadas y tratamos de que mantengan las relaciones y, por supuesto tratamos de hacer lo posible para que puedan seguir sus clases”, dicen los misioneros salesianos. En estos años de conflicto, más de 4.000 escuelas han sido dañadas o destruidas completamente, lo que supone el 13% de la infraestructura educativa del País.
Hoy el conflicto entre Ucrania y Rusia cumple tres años. En un momento de máxima incertidumbre y cuando se habla de una posible paz. “Una paz que nos gustaría fuese justa y duradera. Han sido años de guerra donde la población ha sufrido en gran medida. Hoy son más de 14,6 millones de personas las que necesitan ayuda humanitaria para sobrevivir y hay más de 6,5 millones de personas refugiadas y 3,5 millones de desplazados. Desde Misiones Salesianas apostamos por la paz y seguiremos apoyando a la población, sobre todo niños, niñas y jóvenes, como hemos estado haciendo todo este tiempo. Ellos son nuestro verdadero compromiso”, explica el P. Luis Manuel Moral, Director de Misiones Salesianas.
Entre los proyectos de Misiones Salesianas desarrollados en el último año: Mariápolis, que alberga a casi mil personas; otro de los proyectos tiene que ver con las condiciones para superar el invierno y permitir que las escuelas puedan tener un refugio seguro y sigan ofreciendo educación a los menores; programas de acogida de menores huérfanos, como el de Pokroma (Lviv), donde viven 67 menores que reciben apoyo psicosocial para gestionar los traumas; construcción de búnkeres, como el de la parroquia de Podrova, donde más de 230 personas reciben atención psicológica y espiritual; o las dos escuelas socioportivas abiertas en Vynnyky y Zhytomyr con el apoyo de la Fundación Real Madrid y la Unión Europea, donde más de 150 niños y niñas pueden jugar y reciben refuerzo educativo y apoyo psicosocial.
“Nuestra vida se truncó hace tres años. Se fracturó con el sonido de los cañones y los silbidos de los misiles. Ya no hay normalidad: el olor del desayuno, el beso antes de ir a la escuela, la noche segura en nuestra cama… Hoy todo es una pesadilla, inseguridad y violencia alrededor. La vida se puso en pausa”, explica una de las personas que atienden los misioneros salesianos.
Desde hace tres años, ya nadie está seguro en Ucrania. Además, dos tercios de los menores apenas han podido ir a la escuela en este tiempo. En medio de unas cifras de aniquilación y de desplazamiento que Europa no conocía desde la Segunda Guerra Mundial, los misioneros salesianos continúan al lado de la población tanto en Ucrania como en los países limítrofes para atender a la población desplazada y refugiada y tratar de normalizar sus vidas, especialmente de los niños, niñas y jóvenes.