¿Cómo descubrió su vocación salesiana?
A los 14 años comencé a trabajar y asistir a una escuela vespertina. Los domingos asistía al oratorio con amigos y debía hacer unos 5 km en bicicleta para llegar hasta ese lugar. Por la mañana se celebraba la Santa Misa y se hacían los juegos. En las tardes se realizaban los juegos, el catecismo, una bendición y una película o una obra de teatro creada por los estudiantes y por los oratorianos. He llegado a amar la vida de los salesianos por “ósmosis”. Me gustó especialmente la forma en que los Salesianos eran amigos y estaban cerca de nosotros. A la edad de 20 años me sentí listo para ingresar a los Salesianos.
¿Cómo te convertiste en misionero?
Cuando dejé la familia para unirme a los Salesianos, ya tenía la idea de convertirme en misionero. En esta elección tuvo un gran peso la revista salesiana “Juventud Misionera”, así como las visitas de los misioneros españoles. Recuerdo al P. José Luis Carreño, misionero en la India, que nos conquistó con su acordeón y sus canciones misioneras. ¡Algunos de ellos todavía los recuerdo! Durante el noviciado me ofrecí para ir a la misión, y después de la Primera Profesión, me enviaron a la Inspectoría “San Felipe Apóstol” de Estados Unidos Este. Estoy aquí desde 1956.
¿Cómo vives tu vocación misionera ahora?
Algunos miembros del consejo Inspectorial de la época, antes de realizar a la Primera Profesión, tuvieron una entrevista con todos los novicios. Por mi parte, el que había sido mi Director cuando era candidato, me preguntó con una sonrisa: “José, ¿qué vas a hacer en Estados Unidos? ¿Convertirlos a todos ellos?”. Respondí: “Padre, haré lo que ellos me digan que haga”.
Durante mi vida he servido en varias comunidades de nuestra Inspectoría. Ahora, a los 85 años, estoy por tercera vez en la obra salesiana de Belle Glade, es el 24 año de servicio. He sido el primer salesiano que llegó a Belle Glade en el año 1980. Como vice párroco celebro las misas, confieso, realizo las bodas y los bautismos, visito a los enfermos, llevo el oratorio... Soy feliz de hacer mi deber de sacerdote, de trabajar sin responsabilidades administrativas. Una buena parte del tiempo lo paso rezando por las vocaciones a la vida salesiana, porque algunos Salesianos están envejeciendo.