¿Tuviste alguna experiencia particular?
Mi esposa, Rebecca, cuando regresaba del trabajo, vio a un joven de 19 años que estaba esperando el autobús. Todos los que lo conocían decían: “Él es una persona que solo busca una oportunidad para robar, para quitar las bolsas” Daba miedo verlo y conocerlo.
¿Quieres compartir la historia de este chico?
Rebecca decidió acercarse a este muchacho. Todo comenzó con un simple saludo. El joven se abrió con ella y le ofreció acompañarla desde la parada de autobús hasta su casa. A veces se ofrecía llevar sus bolsas con el fin de ayudarla. Rebecca se arriesgó mucho, pero finalmente ganó el corazón del muchacho. Ella comenzó a fiarse de este muchacho porque realmente tenía buen corazón.
¿Qué pasó después?
Rebecca me lo presentó. Me dijo: “Este joven es honesto, confiable y protege a las mujeres. ¿Podemos ayudarlo?”. Sugirió que se le ayude a inscribirse en un curso de capacitación para el desarrollo de habilidades orientadas al empleo (EOSDT) en la escuela. Y así una tarde nos encontramos con el muchacho.
Yo – dice Martín – Lo conocí – y me dijo que se llamaba Usky y que no sabía nada de su madre y de su padre y que vivía principalmente en la parada del autobús.
¿Aceptó inscribirte en el curso?
Sí, y comenzó el curso como un soldador. Los maestros encontraron en él un muchacho honesto y responsable, un gran trabajador. La escuela se convirtió en su hogar y una vez que se graduó, encontró trabajo como empleado.
Usky es ahora un empleado o en la Escuela Técnica Don Bosco, Gabutu.
La historia de Usky nos enseña que nos corresponde a nosotros encontrar formas innovadoras de establecer una relación de confianza. Depende de nosotros escuchar a cada uno de ellos y viajar con ellos. Jesús es nuestro ejemplo perfecto. El encuentro con la mujer samaritana en el pozo nos inspira. Cada elogio, aliento, desafío y motivación dan esperanza a nuestros jóvenes.