Padre Daniel, ¿qué recuerda de su viaje unos días antes del comienzo de la guerra?
Recuerdo la incredulidad de la gente, que hasta el 23 de febrero pensaba que las amenazas rusas no podían traducirse en una agresión. Y aun después de los primeros días tenían la esperanza de que la guerra no durara tanto. Hoy, en cambio, el temor más profundo es que este conflicto esté destinado a convertirse en endémico, en un incendio que nadie sabe cuándo se extinguirá. Las situaciones de Siria, en guerra desde hace diez años, y del Congo, con episodios de guerrilla que se prolongan desde hace treinta años, nos lo enseñan.
Sin embargo, habrá que encontrar una salida a esta trágica situación.
La manera es bajar la guardia. “El más grande no es el que dirá que ha vencido, sino el que habrá servido mejor a la causa de su pueblo”, dice el Evangelio. Como en los conflictos entre individuos, familias, grupos, incluso entre naciones, se puede razonar cuánto mejor es aquel que sabe renunciar a algo por un bien mayor. Esto no es perder, es ser grande.
Esta es una consideración que no gusta a ninguna de las partes, tanto en el conflicto ruso-ucraniano como en cualquier otro.
El Papa dijo que el gran mal del mundo es la carrera armamentística. De regreso del Congo, señaló que un año de gasto en armamento equivale a las necesidades alimentarias de toda África. Vemos pobreza, miseria moral, necesidades insatisfechas… y hay guerra.
¿Por qué apoyar proyectos de desarrollo en países en guerra?
En Missioni Don Bosco intentamos restablecer el equilibrio a través de la educación y la creación de oportunidades de desarrollo para esas comunidades. Las guerras no ponen a todos al mismo nivel; al contrario, son multiplicadoras de la corrupción, la discriminación y la violencia. En estos casos, puede parecer que la ayuda exterior puede ser destruida, pero a través de nuestros misioneros -incluso en Ucrania en estos momentos- llegamos a las personas que más lo necesitan, les ayudamos a sobrevivir en ausencia de protección, permitimos a los jóvenes cultivar sus sueños.
¿Una vez superada esta etapa de ayuda antes las situaciones de emergencia, se están preparando para colaborar con la reconstrucción material y moral de Ucrania?
Por supuesto. Somos el puente que lleva ayuda, incluso en situaciones aparentemente sin salida. Esto contribuye a alimentar la esperanza de que es posible poner fin a la guerra. Junto con el Papa Francisco, que cada domingo no desaprovecha la ocasión del Ángelus para pedir al mundo que rece por la paz, también nosotros confiamos en que una fuerza superior es la única que puede ayudar a la humanidad a desenredarse de los lazos del odio.
Para más información, visite: www.missionidonbosco.org