El 73% de los encuestados se declara “optimista” o “bastante optimista” sobre el futuro, aunque el 37% que se sitúa en el territorio del “pesimismo” es una señal de alarma a tener en cuenta. Los pilares para afrontarlo siguen siendo la “familia” (51% de respuestas) y “el amor y la vida afectiva” (46% de respuestas), una especie de zona de confort para gestionar mejor el temor de “no lograr alcanzar mis objetivos de vida”, señalado como el más sentido con el 43% de respuestas, o de “no tener un trabajo que me permita ser económicamente independiente”, que sigue con el 42% de respuestas.
Resultados con luces y sombras, en la frontera entre el deseo de ponerse a prueba y la percepción de los obstáculos a superar. Un 66% de los encuestados afirma que su vida real está lejos (mucho o bastante) de su vida ideal, registrando así un núcleo de frustración en las expectativas que sería miope ignorar: por un lado, el 61% se dice determinado, el 59% sereno, el 58% capaz de adaptarse a las situaciones, el 52% feliz y el 51% optimista.
Por otro lado, estos mismos datos denotan una amplia franja de jóvenes cuyo estado emocional se inclina más hacia la sensación de estar en mayores dificultades y tener menos herramientas para afrontarlas. Sin embargo, en esta situación no hay espacio para la autocompasión ni para esa voluntad débil que con frecuencia se atribuye de manera estereotipada a los jóvenes italianos.
Si bien el 56% de los encuestados de entre dieciséis y veintiséis años considera que los jóvenes de hoy tienen “más problemas” que los de ayer (frente al 33% que, en la comparación intergeneracional, ve “los mismos problemas” y el 11% que ve “menos problemas”), la proporción de quienes ven más oportunidades (42%) y menos oportunidades (43%) en comparación con sus padres es prácticamente idéntica. Además, el 40% de los jóvenes encuestados cree que en el futuro tendrá una situación mejor (a nivel económico, de ingresos y de empleo) que la de sus padres, frente al 18% que piensa que será peor y el 27% que la considera igual.
Sin duda, los jóvenes italianos no quieren perder la cita con el futuro y con aquellas macro tendencias que hoy son objeto de los principales debates. En primer lugar, se muestran informados sobre los principales vectores de cambio: por ejemplo, el 75% de los encuestados indica que conoce “bien” o “bastante bien” el concepto de sostenibilidad y el 60% piensa que puede contribuir a una mayor sostenibilidad. Las principales barreras para la sostenibilidad, según los encuestados, son sobre todo la “falta de educación y formación de los ciudadanos” (25%) y el escaso interés de los propios ciudadanos en las políticas de sostenibilidad (25%). En este contexto, la mayoría de los jóvenes de entre dieciséis y veintiséis años (48%) cree que el impacto de la transición ecológica en el mundo del trabajo será positivo y el 68% muestra interés en trabajar en el sector de la sostenibilidad (“mucho” o “bastante”).
Sin embargo, hay necesidad de competencias más adecuadas, ya que el 47% de los jóvenes encuestados reconoce la adecuación de la oferta formativa actual, frente al 42% que expresa una opinión contraria. Si se pasa del ámbito de la sostenibilidad a la otra gran macro tendencia debatida hoy, la de la inteligencia artificial, las percepciones no cambian de manera significativa. El 59% cree que tendrá un impacto positivo en el mundo del trabajo, el 45% que el trabajo generado por la inteligencia artificial será mejor (frente al 14% que lo imagina peor) y el 65% de los encuestados considera que la inteligencia artificial generará nuevas profesiones, además de tener un impacto positivo en la transición ecológica para el 59% de los encuestados.
Toda la información relativa a los proyectos de investigación está disponible en el nuevo sitio del Observatorio IUSVE Giovani e futuro, accesible desde el 30 de enero en la dirección Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..
“Los jóvenes adultos que emergen de la investigación –afirma Davide Girardi, responsable del Observatorio IUSVE Giovani e futuro– son plenamente conscientes de los desafíos que les esperan en los próximos años y no esperan que les hagan descuentos. Por otro lado, también saben que lograrlo sin una inversión pública en sus competencias y en su potencial es mucho más difícil. En este sentido, representan, por un lado, la voluntad de ser protagonistas del cambio, pero no ocultan el temor al fracaso. Este temor debe tomarse en serio, también a la luz de la desinversión en los propios jóvenes que el país ha demostrado a lo largo de los años y de la contracción demográfica que afecta precisamente al componente juvenil, el más estratégico para el futuro, reduciéndose de manera más que evidente y peligrosa para el futuro del país mismo”.