¿Qué le llevó a hacerse salesiano?
Mis papás quisieron que fuera a la escuela salesiana en Victorias, en las Filipinas, contra mi voluntad. Así puedo decir que conocer a los salesianos fue algo sorprendente para mi. Estos sacerdotes jóvenes salesianos que jugaban con la pelota junto a nosotros me hicieron entender que aquí había algo de diverso. Poco a poco me involucraron en el centro juvenil. El resto a esta altura es historia.
Cuando conocí a los salesianos la congregación estaba en pleno fervor misionero, no solamente por el ‘Proyecto África’, pero también porque el padre Egidio Viganó, en esa época Rector Mayor, había pedido a cada Inspectoría que “adoptara” un territorio misionero.
Mi corazón estaba inquieto porque también yo sentía ese llamado interior para dejar las orillas conocidas y llevar mi corazón mar adentro. Entonces presenté mi disponibilidad misionera, esperando ser enviado a América Latina. Entretanto el padre Viganó, había dado a nuestra Inspectoría de Filipinas, la responsabilidad de iniciar la presencia salesiana en Papúa Nueva Guinea. Así fui enviado allí. Mi gozo inicial se volvió incredulidad y miedo. ¡Tenía 23 años! Mis temores pronto se transformaron en amor profundo por “mi gente”. Con otros 5 salesianos iniciamos una nueva presencia en la capital, Port Moresby.
¿Qué se lleva de la experiencia del CG28?
Para mi el CG28 ha demostrado que realmente en Espíritu Santo opera como quiere, cuando y donde quiere. Mi elección, que intenté evitar con todo el corazón, fue para mi una experiencia de la acción del Espíritu. Además tenemos que entender que hubo acción del Espíritu Santo, a pesar de que el coronavirus no nos haya permitido concluir el trabajo capitular.
¿En estos primeros meses, marcados por las restricciones del covid-19, que ha podido ver, conocer, aprender en su nuevo cargo? ¿Qué se espera para el futuro?
La limitada posibilidad de viajar me ha permitido visitar nuestras procuras misioneras en Europa e iniciar encuentros online con delegados para la animación misionera en algunas regiones, con el equipo del Sector Misiones, estamos trabajando en el programa para el sexenio.
¿Dentro de tres años, qué sueña para su sector?
Mi sueño es doble: que toda la congregación crezca en el ardor misionero y en el empeño, y que pronto los salesianos locales de Oceanía se ofrezcan para ser enviados como misioneros. Quién sabe si en el CG 29 se pueda hablar ya de un posible ‘Proyecto Oceanía’? Estoy seguro solamente de una cosa: “El Espíritu Santo obra como quiere, cuando y como quiere... Sepamos solamente que la donación de nosotros mismos es necesario”. (Evangelii gaudium, n. 279).