Francia – Los rasgos fundamentales de "la pequeña vía" de Santa Teresa en la educación
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03 Enero 2024

(ANS - París) - En la segunda y última parte de su reflexión sobre la herencia espiritual de Santa Teresa de Lisieux desde un punto de vista educativo, el Padre Jean-Marie Petitclerc, Vicario de la Inspectoría de Francia-Bélgica Sur (FRB), se centra en los elementos constitutivos de su "pequeña vía" y establece algunos paralelismos con Don Bosco y su pensamiento educativo. A continuación, sus observaciones.

ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DE LA PEQUEÑA VÍA DE SANTA TERESA EN LA EDUCACIÓN

Si hay una expresión que caracteriza mejor la espiritualidad de Santa Teresa de Jesús Niño, es la de "Pequeña Vía". Veamos las características de esta "pequeña vía" aplicadas al campo de la educación.

1) El amor

No se educa por programa o por principio, sino solo por amor. Don Bosco solía decir a sus discípulos: "Lo importante no es que los jóvenes sean amados, sino que sepan que son amados".

Esta era la base del enfoque educativo de Teresa. Y cuando tenía que corregir este o aquel comportamiento (algo que le costaba mucho, y de hecho decía: "Prefiero ser reprendida que reprender a los demás"), no se rehuía. "Debo hacer mi deber", decía, pero demostraba, con su benevolencia, que cumplía esta tarea con amor.

2) La humildad

Si el amor es el fundamento de la "pequeña vía" teresiana, la humildad es su motor.

La humildad, la virtud más humilde - dado que quien dice "soy humilde" ya no lo es - es una virtud por conquistar, y su ángel custodio, con quien Santa Teresa tenía una relación muy estrecha, se regocijaba por sus progresos. "Cuanto más me ves humilde y pequeña, más radiante se vuelve tu frente", escribió en uno de sus poemas.

Esta humildad llevó a Teresa, cuando se dio cuenta de la magnitud de la tarea que le esperaba (recordemos que a los veinte años era responsable de la formación de las novicias), a ponerse en brazos de Dios, imitando a los pequeños "que, presos de algún temor, esconden sus cabecitas en los hombros del padre".

Esa humildad la llevaba, como ya vimos en la correspondencia con la prima, a nunca juzgar al niño o adolescente que se comportaba mal, sino a invitarlo a responder al amor de Jesús.

3) La dulzura

Con la humildad viene necesariamente la dulzura. "Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón" (Mt 11,29).

La mansedumbre, lejos de ser debilidad, es, por el contrario, una fuerza tranquila, llena de paciencia y mansedumbre. Es sinónimo de acogida, respeto y apertura.

Para Don Bosco, cuyo propósito en el día de su ordenación sacerdotal fue: "la caridad y la dulzura de San Francisco de Sales me guiarán en todo", la dulzura era la primera cualidad del educador.

Cuántas veces me di cuenta, en el ejercicio de mi profesión de educador especializado, que un joven que se habría rebelado con fuerza si se hubiera sentido atacado por una mirada de desprecio, no puede resistir la dulzura de una mirada que se posa sobre él, no para juzgarlo, sino para amarlo.

La dulzura caracterizó la "pequeña vía" educativa de Santa Teresa. La había aprendido en su vida familiar, donde la figura de San Francisco de Sales le era familiar (recordemos que una de sus tías era una monja de la Visitación de Santa María, orden fundado por San Francisco de Sales y Santa Juana Francisca de Chantal). De hecho, de su padre decía: "Siguiendo el ejemplo de San Francisco de Sales, logró controlar su vivacidad natural, hasta el punto de parecer tener la naturaleza más dulce del mundo".

4) La confianza

Si tuviera que resumir en una sola palabra esta "pequeña vía" en la educación, elegiría "confianza", porque es el término que caracteriza la actitud de Teresa, que nunca dejó de hacer referencia a la imagen del niño pequeño que solo puede confiar.

Para Don Bosco, la confianza era la palabra clave de la educación. "Sin confianza no hay educación", solía decir a sus discípulos. Y hemos visto hasta qué punto Teresa, al acompañar a las novicias, se preocupaba principalmente por establecer una relación de confianza con cada una de ellas.

CONCLUSIONES

"Mostrar tu amor, permanecer humilde, ser dulce, confiar": qué vigentes son estos cuatro puntos de referencia que distinguen la "pequeña vía" teresiana para enfrentar el desafío de educar a los niños y adolescentes de hoy. Se puede reconocer la influencia de San Francisco de Sales, que dejó su huella tanto en Don Bosco como en Santa Teresa.

Concluyó con la comparación que Teresa hace entre el educador y el jardinero; también a Don Bosco le gustaba comparar el arte de la educación con el de la jardinería: "Sé que Dios no necesita a nadie para hacer su trabajo, pero así como permite que un hábil jardinero cultive plantas raras y delicadas y le da los conocimientos necesarios para hacerlo, reservándose la tarea de fecundar, así Jesús quiere ser ayudado en su divino cultivo de las almas (...). ¿Qué sucedería si un jardinero torpe no injertara correctamente los arbustos? ¿Si no supiera reconocer la naturaleza de cada uno y quisiera hacer florecer las rosas en un durazno? (...) Haría morir al árbol, aunque fuera bueno y capaz de dar fruto". Y, como le gustaba decir a Don Bosco, ningún jardinero tirará del tronco para hacer crecer más rápido la planta. "Así que debemos aprender a reconocer desde la infancia lo que Dios pide a las almas y apoyar la acción de la gracia sin anticiparla ni frenarla".

¡La "pequeña vía" de Teresa en la educación es realmente muy pragmática!

InfoANS

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