A continuación publicamos su testimonio:
"Durante estos años, mirando en la oscuridad y más allá de la oscuridad de mi vista perdida, he visto con mis ojos interiores que la luz existe verdaderamente y que puede vencer todas las noches oscuras, más allá de todo tipo de ceguera.
Antes veía y quiero decir que la vista es un don maravilloso e inestimable. Contemplar un ocaso, mirar los ojos de una persona que te quiere... todo esto es un don enorme.
Pero hoy sé que puedo ver el mundo solamente si elijo de fiarme y confiar en otros, pidiendo así otro don que es el de dejarme guiar. Sin la confianza hacia los demás no podría vivir y sería solamente una persona ciega.
Entretanto hoy mi deseo no es ver pero ser visto, reconocido y amado. De hecho la preocupación más fuerte y diría también el miedo más fuerte, que me hace mal al alma es el de ser transparente, olvidado, abandonado, dejado solo. ¡En una palabra dejar ser visto!
Sé que algunos de aquellos que me miran en realidad no me ven. Me lanzan miradas de curiosidad o de compasión y no ven a Matteo. Ven solamente mis ojos ciegos.
Pero he visto también que la mirada del amor de Dios existe realmente y se manifiesta en diversas formas: es la mirada de una madre, que te ama como eres; es la mirada de un padre que ve en ti una belleza escondida; es la mirada de los jóvenes que cada día me toman por la mano y me ayudan a superar las dificultades; es la mirada de los salesianos que me han ayudado a descubrir que puedo ser un don para los otros; es la mirada del mismo Dios, que me ha dado el don de ser salesiano.
He visto con mis ojos y no querría cambiarlos. ¡No porque son bellos, pero porque sin estos ojos no sería simplemente yo mismo, no sería Matteo!
Gracias a estos ojos, Dios me hace descubrir lo que verdaderamente es importante; a través de estos ojos, Dios me hace descubrir que podemos tener confianza en los otros; y siempre gracias a mis ojos Dios me ayuda a descubrir la única verdadera alegría: ser vistos por su mirada de amor".
Fonte: AustralAsia
