Fueron 5 los días de camino desde Wasakentsa hasta la comunidad Achuar de Kuyuntsa y otros 5 días para el retorno. Caminar por senderos cerrados y pantanosos, desviarnos de nuestra ruta en más de una ocasión por esa inmensa selva, encontrar víboras y demás animales propios de la Amazonía, navegar 5 o 6 horas bajo sol y lluvia, dormir en bancas o en el piso, soportar el cansancio, hambre y sed, horas y horas de camino, es una única experiencia.
Ya en Kuyuntsa el 6 de mayo, y muy bien recibidos por el P. Diego Clavijo, nos pusimos manos a la obra para ayudar. Hemos bebido la chicha que es un líquido alucinógeno. Compartimos con más de 100 “etserin”, los animadores de la Palabra de Dios, y más de 200 achuars que llegaban de lugares lejanos con el único fin de enterrar al Papá: Yankuam.
El 10 de mayo, día principal de la celebración y fin del peregrinaje, después del sonido del tun tui a las 03:00 a.m. y con el tradicional ritual de la Wayús comenzamos a congregarnos los pocos "colonos" y la mayoría de achuar para ser parte con sus ritos, oraciones y cantos propios e iniciar la sepultura de los restos del Padre Bolla.
Cientos de sentimientos se encontraron en aquella capilla que resultaba pequeña para todos los presentes, pero sobre todo la sentida convicción tanto de salesianos como de achuars de perpetuar el trabajo del P. Yankuam "lucero del atardecer" quien desde aquel día reposa en paz.
Regresamos de Kuyuntsa el 11 de mayo con un grupo de 30 achuaras quienes también habían llegado como representantes de las comunidades achuar del Ecuador, seguros de haber vivido una experiencia única que no hace más que interpelarnos e invitarnos a comprometernos en seguir el testimonio vivo dejado por el P. Yankuam Jintia.