RMG – Inspectorías SDB: la Visitaduría “Beato Felipe Rinaldi” de Haití (HAI)

24 Marzo 2025

(ANS – Roma) – Desde su independencia en 1804, Haití ha atravesado innumerables crisis políticas. Cada régimen ha traído su dosis de corrupción y mala gestión, perpetuando una inestabilidad que parece estar inscrita en la historia del país. Las revueltas populares se suceden y las tensiones entre las autoridades y la oposición se intensifican, causando continuos desórdenes sociopolíticos y económicos.

La soberanía nacional, a menudo bajo tutela externa, sigue siendo frágil. Las autoridades, socavadas por la corrupción, descuidan las instituciones clave y permiten que la población sufra enormemente. Esta situación genera una profunda desconfianza en la sociedad haitiana, dificultando la vida comunitaria. Más del 30% de la población vive en condiciones de extrema pobreza, con menos de un dólar al día, debido al desempleo, la falta de inversiones y una gobernanza que ha fracasado por más de dos siglos. En los últimos años, en particular, la población de las áreas metropolitanas ha soportado el peso de la inseguridad ligada a esta miseria.

Para muchos, la educación sigue siendo un espejismo. El acceso a la escuela, la formación profesional o la universidad es limitado y los jóvenes dependen a menudo de sus padres, quienes a su vez no cuentan con los medios. En los barrios populares, los más vulnerables sobreviven en condiciones que aplastan su dignidad y luchan por encontrar un futuro. Incluso aquellos que finalizan la educación convencional tienen pocas esperanzas de avanzar. El sistema educativo, desconectado de la realidad cotidiana, tiende a ampliar las desigualdades y a discriminar en lugar de transmitir valores. Es necesaria una reforma profunda y urgente para formar ciudadanos capaces de reconstruir Haití con dignidad.

La cultura haitiana, rica en valores colectivos, ha sido sacudida por una asimilación masiva e incontrolada. Los jóvenes, atrapados entre las tradiciones africanas, la herencia francesa y las influencias norteamericanas, viven un desequilibrio identitario, acentuado por los medios de comunicación, que distorsionan su mentalidad. Este mosaico cultural está llevando a un rechazo de la identidad nacional: algunos asocian la cultura tradicional, en particular el voodoo, con el subdesarrollo, mientras que la cultura francesa es vista como un signo de progreso, en detrimento de la autenticidad haitiana.

En cuanto a la práctica de la fe, el país presenta un pluralismo religioso que combina catolicismo (55% de la población), protestantismo (40% de la población, según algunas encuestas) y otras sectas. Al mismo tiempo, el voodoo sigue siendo una práctica dominante, profundamente arraigada en la cultura y la vida cotidiana, coexistiendo a menudo con el cristianismo. Como religión popular sincrética, representa un desafío importante para el trabajo pastoral, ya que ejerce una profunda influencia en la psicología haitiana como marco de referencia para la resolución de algunos problemas. La Iglesia católica, presente incluso en los rincones más remotos, busca llevar esperanza a través de la educación, la salud y las actividades religiosas y sociales, allí donde el Estado, concentrado en Puerto Príncipe, se distingue por su ausencia.

En el centro de este triste panorama, los salesianos de Don Bosco, presentes en Haití desde 1936, concentran sus esfuerzos en la educación, la formación profesional y el apoyo a los jóvenes, en particular a los más desfavorecidos, en el espíritu de su fundador, san Juan Bosco.

Con 3 coadjutores, 52 sacerdotes y 1 obispo emérito, la Visitaduría salesiana “Beato Felipe Rinaldi” de Haití (HAI) atiende a los jóvenes haitianos a través de 11 casas (u obras) en los siguientes departamentos geográficos: Sur (1), Oeste (7), Artibonite (1), Norte (1), Noreste (1). Los Hijos de Don Bosco gestionan escuelas primarias y secundarias, centros de formación profesional y centros juveniles que ofrecen actividades espirituales y recreativas.

A través de los proyectos sociales Lakou/Lakay y TIMKATEC, ayudan a los niños de la calle a aprender un oficio, a reunirse con sus familias –cuando es posible– y a reintegrarse en la sociedad. En colaboración con los demás grupos de la Familia Salesiana presentes en Haití, los salesianos trabajan para ofrecer a los jóvenes un futuro mejor en un país marcado por la precariedad.

Para saber más sobre HAI, hay un vídeo disponible en ANSChannel.

InfoANS

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