“Doy gracias a Dios por el edificante testimonio de este hijo espiritual de san Juan Bosco, quien durante tantos años se dedicó con delicadeza humana y generosidad al Evangelio y a la Iglesia. Pienso en su espíritu sacerdotal y en la preparación teológica con la que sirvió a la Santa Sede, especialmente en el dicasterio para la doctrina de la fe y en el de las causas de los santos. Aseguro mi oración por el alma de este buen siervo”. Así recordó el papa Francisco al cardenal salesiano Angelo Amato, en un telegrama dirigido al vicario del Rector Mayor, padre Stefano Martoglio.
Angelo Amato nació en Molfetta (Bari), el 8 de junio de 1938, en una familia de constructores navales. Era el mayor de cuatro hijos y emprendió sus estudios en el Instituto Náutico de Bari, en la sección de capitanes de largo curso. Sin embargo, al inicio del tercer año, en octubre de 1953, decidió abandonar esta carrera para ingresar al aspirantado salesiano de Torre Annunziata. En 1956 emitió la primera profesión religiosa.
Trasladado a Roma, estudió en el entonces Pontificio Ateneo Salesiano (hoy Universidad Pontificia Salesiana), obteniendo la licenciatura en filosofía. En 1962 realizó su profesión religiosa perpetua, y comenzó dos años de tirocinio en el colegio salesiano de Cisternino (Brindisi), donde enseñó letras en la escuela media. Posteriormente, obtuvo la licenciatura en teología en la Facultad de Teología de la Universidad Salesiana, en Roma, y fue ordenado sacerdote el 22 de diciembre de 1967.
Inscrito en la Pontificia Universidad Gregoriana, en 1974 obtuvo el doctorado en teología y fue llamado de inmediato a enseñar esta disciplina. En 1977 fue enviado a Grecia por el entonces Secretariado para la Unidad de los Cristianos, pasando cuatro meses en la residencia ateniense de los jesuitas para prepararse lingüísticamente con miras a inscribirse en la universidad. Superada la prueba de admisión, se trasladó a Salónica como becario del Patriarcado de Constantinopla, residiendo en el monasterio Vlatadón. Allí realizó investigaciones sobre el sacramento de la penitencia en la teología ortodoxa griega del siglo XVI al XX, publicadas en la colección Análekta Vlatádon (1982).
De regreso en Roma, enseñó cristología en la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Salesiana, de la que fue decano entre 1981-1987 y 1994-1999. En 1988 fue enviado a Washington para estudiar teología de las religiones y completar un manual de cristología. Más tarde, fue consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de los pontificios consejos para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y para el Diálogo Interreligioso, y consejero de la Pontificia Academia Mariana Internacional.
El 19 de diciembre de 2002, fue nombrado secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe y, al mismo tiempo, fue elegido arzobispo titular de Sila, recibiendo la consagración episcopal el 6 de enero de 2003 de manos de san Juan Pablo II en la Basílica Vaticana. En julio de 2008, Benedicto XVI lo nombró prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos y, en el consistorio del 20 de noviembre de 2010, lo creó cardenal de la Diaconía de Santa María en Aquiro.
En noviembre de 2013, presidió la fase diocesana del proceso de beatificación y canonización de don Tonino Bello en la Catedral de Molfetta. Allí destacó la importancia de valores como la paz, el amor al prójimo y la consideración hacia los pobres, recordando que “la santidad no es un privilegio de unos pocos, sino una vocación para todos”.
El obispo de Molfetta, monseñor Domenico Cornacchia, junto con toda la diócesis, recordó al cardenal Amato como “un hombre de fe y pastor incansable, que sirvió con gran dedicación a la Iglesia universal y al pueblo de Dios”.
Fuente: Vatican News