Este evento anual es una tradición en la que Milán rinde homenaje a algunos de sus ciudadanos más ilustres, nacidos o adoptados por la ciudad, que con su trabajo, compromiso social y ejemplo han contribuido de manera única al desarrollo civil, moral y material de la ciudad y de Italia. El Famedio, cuyo nombre deriva del latín famae aedes (templo de la fama), fue creado con el propósito de preservar y transmitir la memoria de una Milán admirada por su capacidad de innovar, crear belleza y mostrar compromiso cívico.
Este año, entre los homenajeados se inscribirá el nombre del Padre Luigi Melesi, sacerdote salesiano, nacido en Cortenova, Valsassina, Lombardía, y capellán de la prisión de San Vittore en Milán durante treinta años. EL Padre Melesi fue ciudadano milanés, educador y un símbolo de los más altos valores de la ciudad, siendo un hombre de esperanza para todos. Durante su servicio en la prisión, se convirtió en amigo y hermano de los prisioneros, sin importar su raza o religión, y siempre se enfocó en la persona y no en el delito.
En 1984, su dedicación fue reconocida por toda la nación cuando, gracias a su mediación, los terroristas de las Brigadas Rojas entregaron sus armas, depositándolas en el arzobispado de Milán. Antes de su servicio en la prisión, en 1967, el Padre Melesi fue uno de los fundadores de la Operación Mato Grosso, un programa internacional de voluntariado misionero.
El 7 de diciembre de 2019, el Ayuntamiento de Milán le otorgó póstumamente el Ambrogino d’Oro, su máxima distinción cívica, en reconocimiento a su extraordinario y prolongado servicio en favor de los más desfavorecidos. El próximo 2 de noviembre, su nombre será inscrito entre las personalidades ilustres de la ciudad, entregando su legado a la ciudadanía para que siga siendo una fuente de paz y mejora social.
El Melesi dejó un gran legado en forma de escritos y reflexiones educativas, que son un recurso invaluable para quienes estudian los problemas de la detención. Entre sus enseñanzas, se destacan frases que lo vinculan estrechamente con el espíritu de Don Bosco: “No es posible ayudar a una persona a cambiar su vida para mejor si no te pones de su lado, si no tomas su vida y su historia como propias… Una persona, para volverse buena, debe sentirse amada”.