En primer lugar, dijo el padre Ángel, “si Don Bosco no hubiera tenido hoy un corazón misionero, seríamos pocos y únicos en Italia. La Familia Salesiana en el mundo existe gracias al sueño misionero de nuestro fundador. No debemos olvidarlo”.
Luego subrayó que todos ellos, como cristianos, tienen el deber de ser misioneros dondequiera que estén, pero agunos son llamados a una vocación particular dentro de la vocación salesiana y debemos estar agradecidos por ello. La vocación misionera es un signo de gran esperanza para la Congregación Salesiana y para el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora. “Damos gracias al Señor -indicó- por la vocación misionera salesiana”.
“La Iglesia nació de unos pocos valientes, así también hoy a los misioneros se les pide -dijo el 10° sucesor de Don Bosco- flexibilidad y mucho corazón, recordando que “la misión no va acompañada de rigidez y ambición personal”. “Les deseo que vivan un espíritu misionero en el que no tengan que enseñar tanto a la gente. En cambio, se necesitan hermanos y hermanas capaces de compartir todo lo que son y comunicar la realidad más importante que tenemos”. En el compartir se recibe mucho y se aprende mucho: “no hay una sola manera de ser salesiano o salesiana, hay un carisma que se encarna en la diversidad de culturas y de personas, y la diversidad es siempre riqueza, aunque no sea fácil de vivir, añadió.
Respondiendo a una pregunta sobre el trabajo salesiano con los pobres, subrayó que el servicio entre los más pobres de los pobres es precisamente la misión salesiana; por eso, incluso entre los refugiados que viven la pobreza de los que han tenido que dejarlo todo o entre los que están solos. “Nuestra misión es dar dignidad en situaciones límite”. Y si bien “como San Pedro, no tenemos oro ni plata, podemos ofrecerle todo lo que tenemos, lo más precioso: ¡Jesucristo!”.
Finalmente, reflexionando sobre la internacionalidad de los integrantes de esta expedición misionera, el Rector Mayor subrayó que cada vez más las comunidades salesianas serán interculturales e internacionales: “En sociedades y naciones donde el nacionalismo parece ser lo más sagrado, nuestras realidades comunitarias, aunque no sean perfectas, son proféticas”.