En esta primera semana de trabajo, las sesiones matutinas comenzaron con los aportes de Giuseppe Buccellato y continuaron con varias visitas: la Casa Museo Don Bosco, la Iglesia de San Francesco d'Assisi y los lugares del Oratorio Itinerante; acompañados por el padre Michael Pace, Vicedirector de la Casa Museo Don Bosco. En cambio por tarde se dedicaron a la reflexión personal y al compartir en grupo, facilitado por el padre Fabio Attard.
La visita al Santuario de San Ignacio tuvo como objetivo resaltar la influencia de la espiritualidad de San Ignacio de Loyola en Don Bosco y la fidelidad y compromiso de este último en la práctica de los ejercicios espirituales anuales.
En torno al año 1622, enseguida después de la canonización de San Ignacio de Loyola, a unos 40 kilómetros al noroeste de Turín y a 920 metros sobre el nivel del mar, la población local construyó una pequeña capilla, que pasó a ser propiedad de los jesuitas en 1677. Fueron estos quienes lo transformaron en un santuario real, terminado en 1727.
Después de la supresión de la Compañía de Jesús, en 1773, el Santuario pasó al estado piamontés y de éste a la Arquidiócesis de Turín, que a partir de 1814 encomendó el cuidado del santuario al Rector de la Iglesia de San Francesco d'Assisi y del internado eclesiástico: así los sacerdotes que frecuentaban el internado -como lo hizo Don Bosco, que asistió durante los tres años después de la ordenación- quedaron profundamente marcados por los ejercicios espirituales de san Ignacio.
Así, el santuario de “Sant'Ignazio sopra Lanzo” pronto se convirtió en un centro de espiritualidad ignaciana en Turín y sus alrededores. Por ejemplo, la Congregación de los Oblatos de la Virgen María fue fundada por Bruno Lanteri en 1816 en Turín con la misión de ofrecer los Ejercicios Espirituales ignacianos al clero y a los laicos.
En 1842, al terminar su primer año en el Internado Eclesiástico, Don Bosco en compañía del padre Cafasso acudió, quizás por primera vez, al Santuario de San Ignacio para los Ejercicios Espirituales.
Desde entonces, narra el padre Buccellato, “fue allí ininterrumpidamente durante poco más de 30 años, incluso después de 1866, cuando comenzó a hacer los Ejercicios por separado en la localidad de Trofarello para la nueva Sociedad de San Francesco de Sales. Y a menudo traía consigo a algunos jóvenes clérigos del Oratorio”, como Miguel Rúa. Los viajes al santuario se hacían mayoritariamente a pie y en este contexto Don Bosco introdujo la costumbre de los retiros espirituales para los muchachos del oratorio, mientras que él mismo era contactado a menudo para ofrecer retiros espirituales. Por eso hoy el P. Buccellato puede sostener que la predicación de los ejercicios espirituales es parte del carisma y del ministerio salesiano.
Los participantes de la SSA, que se forman para ser guías espirituales de sus hermanos y jóvenes, gracias a estas iniciativas aprenden a apreciar cada vez más los diversos elementos de contemplación y discernimiento propios de la historia espiritual de Don Bosco.
Ahora, la SSA ha concluido su etapa de Turín que se realiza en el Colle Don Bosco, donde permanecerá hasta el final del programa. Actualmente los participantes están realizando el retiro individual de 6 días, hasta Semana Santa, y la próxima semana visitarán los lugares salesianos de Castelnuovo Don Bosco. Finalmente, en las próximas dos semanas se les acompañará en la teoría y práctica del acompañamiento espiritual.