Nacido en un pequeño pueblo de la región de la Suvalkija, el joven Antanas, deseando ser sacerdote, pero de modesta condición económica, supo de los salesianos y de Don Bosco. Les escribió entonces a los superiores de Turín y recibió una respuesta telegráfica: "Ven, te esperamos". Fue el primero de una verdadera fila de jóvenes lituanos que a continuación llegaron a Piamonte.
Estudió, se volvió salesiano en 1906 y fue ordenado sacerdote en agosto de 1914, una semana antes del inicio de la I Guerra Mundial. No pudiendo regresar a su patria, trabajó en Italia en las casas de Verona y de Este, donde se activó para fundar la edición lituana del Boletín Salesiano.
Desde 1921 trabajó con celo para hacer llegar a Italia a diversos jóvenes lituanos, para que fascinados por el carisma salesiano se volvieran futuros hijos de Don Bosco. Apenas las condiciones se lo permitieron regresó a su patria. En una amplia hacienda recibida en donación constituyó una comunidad de diversos salesianos que trabajaban todo el tiempo con más de cien jóvenes internos de la escuela profesional. La obra estuvo activa desde 1934 a 1940, cuando fue interrumpida por la ocupación soviética.
En los años sucesivos don Skeltys (que además recibió el galardón de 'Justo entre las naciones' por la cantidad de judíos que salvó durante la ocupación nazi, vivió en clandestinidad en pequeñas parroquias de los pueblos, escondiéndose de los agentes de la KGB, hasta su muerte el 28 de julio de 1960. Así este sábado en su pueblo natal de Griskabudis, se conmemoró la figura de este intrépido salesiano.
La solemne celebración fue presidida por el arzobispo emérito de Kaunas, el cardenal Sigitas Tamkevicius – que desde niño sirvió como monaguillo a don Skeltys y que justamente a él debía su vocación sacerdotal - y fue concelebrada por el obispo auxiliar de Vilnius, Mons. Arunas Poniskaitis, nieto de segundo grado del mismo don Skeltys.
La misa reunió a todos los representantes de la Familia Salesiana presentes en Lituania y fue transmitida en las frecuencias de Radio María.
En la homilía el cardenal delineó el perfil de la espiritualidad luminosa de don Skeltys, a quien como Santiago apóstol, de quien ese día era la memoria litúrgica, non dejó de beber el cáliz del sufrimiento de su Salvador. El jubileo concluyó con discursos, cantos y coronas de flores sobre su sepultura, colocada en las inmediaciones de la iglesia, y cuya lápida tiene escrito: "El alma de cada hombre es digna del sacrificio de toda nuestra vida: encontrarla, ayudarla y entregarla a Dios".
"¡Gracias don Antanas, el Don Bosco de Lituania!" fue el grito de reconocimiento unánime de esta jornada de celebración.