El acta del primer encuentro celebrado en Valdocco (Turín) el 20 de mayo de 1917 entre la inspectora Sor Felicina Fauda, y el P. Felipe Rinaldi, Prefecto General de la Congregación y las primeras tres jóvenes, dice así: “Sor Felicina presentó al P. Rinaldi las tres hijas de María, le expuso su vivo deseo de ser Hijas de María Auxiliadora en el siglo, rogándole les dirigiera una palabra.
El P. Felipe, que ya las conocía personalmente, les habló así: Desde hace algún tiempo los Superiores han recibido diversas peticiones para instituir una Sociedad de Hijas de María Auxiliadora en el siglo. Los Superiores han acogido siempre bien estos deseos, tanto más que esta idea estaba ya en la mente de Don Bosco. Él hablaba con frecuencia de dos formas distintas de personas comprometidas con una misma regla: una, viviendo en comunidad; y la otra, viviendo en el mundo para promover allí el espíritu de la Congregación en el ejercicio de la propia profesión… Nosotros, hoy, comenzamos esta obra en la intimidad con las tres presentes, las cuales unidas en un mismo espíritu, se perfeccionarán sobre todo en el ejercicio personal de la oración según el espíritu de Don Bosco: mucha simplicidad, ninguna complicación… Continuad siendo lo que sois… Y ejercitaros en el mundo en las virtudes que adquiriréis con una vida más perfecta, trabajando y ofreciéndoos para hacer el mayor bien posible siempre según el espíritu de Don Bosco… Sois pocas, solo tres, pero no importa; las obras del Señor nacen en la pobreza, en la humildad y toman forma en el silencio… Permaneced unidas entre vosotras, tened un solo corazón y una sola alma…”. ¡Una jornada memorable!”, escribió Luigina Carpanera en su cuaderno.
“Aquel vivo deseo, nos dice la Responsable Mundial, se ha desarrollado de forma admirable: la pequeña planta ha llegado a ser un árbol bellísimo. También hoy queremos decirle a Dios: Estamos aquí. Queremos ser fieles al Espíritu Santo que actúa en el mundo y que de día en día nos muestra lo que quiere realizar a través nuestro".