MENSAJE DEL RECTOR MAYOR
En mi oficina en Roma tengo un crucifijo que para mí es muy elocuente. Me lo regalaron en la visita que hice a mis hermanos salesianos y a la Familia Salesiana en el Perú. Se trata de una cruz (símbolo del cristianismo, como bien sabemos…), pero que tiene sobre la Cruz no a nuestro Señor Jesucristo, sino a un niño pobre. El mensaje es claro y muy fuerte: es el Señor Jesús crucificado en los CRUCIFICADOS DE NUESTRO MUNDO.
Queridos amigos y amigas lectores, les saludo, como cada mes, muy cordialmente, agradeciéndoles que me acompañan en este saludo inicial y en todo lo que compartimos. Por medio del Boletín Salesiano Don Bosco quería dar a conocer el bien que se hacía en las casas salesianas, y también de modo muy particular en las misiones salesianas, así como también pretendía que fuesen muchos las personas que quisieran ayudarlo en la realización de esta misión entre sus muchachos.
Mis amigos lectores:
Se preguntarán qué quiero decir con este título y de qué quiero hablar. Comprendo su incertidumbre. Para despejar dudas comenzaré por compartirles lo que he vivido en uno de mis últimos viajes la pasada semana.
SAN FRANCISCO JAVIER y SAN JUAN BOSCO… ¡Dos grandes Santos MISIONEROS! Hace exactamente una semana me encontraba en Goa (India). Pude ver en esos días cómo entre palmeras y fina arena del mar se levantan catedrales e iglesias construidas durante los siglos XVI y XVII. Uno de estos templos es la Basílica del Buen Jesús, que se ha convertido en un centro de peregrinación, especialmente para los cristianos y creyentes en otras religiones porque ahí están los restos de san Francisco Javier, el misionero navarro discípulo de san Ignacio de Loyola, el fundador de los jesuitas, que evangelizó el Lejano Oriente. Aunque san Francisco Javier murió en China en 1552, sus reliquias permanecen en esta hermosa basílica, situada junto a la catedral y a la iglesia de san Francisco de Asís. Ese espacio para albergar sus restos mortales fueron erigidos entre 1594 y 1605. Ahí se conserva su cuerpo, cuya incorruptibilidad dio lugar al milagro por el que san Francisco Javier fue canonizado en 1622.