MENSAJE DEL RECTOR MAYOR
Les escribo, queridos amigos, pocas horas después de haber entregado el crucifijo misionero al grupo de 10 Hijas de María Auxiliadora y 25 Salesianos de Don Bosco de la 149ª expedición misionera, contando a partir de la primera preparada por Don Bosco mismo el 11 de noviembre de 1875. En aquella ocasión eran diez los primeros salesianos enviados a Argentina, seis jóvenes sacerdotes y cuatro salesianos coadjutores. Aquellos primeros han sido seguidos por once mil salesianos y por dos mil quinientas Hijas de María Auxiliadora, más de dos mil italianas, que han partido de Europa para el mundo. Es una realidad maravillosa que me hace decir que existen todavía buenas noticias por conocer y comunicar.
«Muchos de nosotros no imaginamos una vida sin Don Bosco, sin Salesianos, y podemos decir que no estaríamos enamorados de Dios de una manera "loca", llena de risas y grandes experiencias, sin él».
Creo que de esto se trata mis queridos lectores. De sentir que nuestra vida es plena. Me parece que es una aspiración muy humana. Y en este sentido he de decirles que voy conociendo en la vida a muchas personas que viven y han vivido una vida plena. Y yo me propongo a mí mismo seguir esta estrada.
Se trata de un sencillo regalo recibido en SIRIA, en concreto en Damasco, el mismo día en el que soltaba una paloma blanca de la Paz, en esa tarde de fiesta oratoriana, al mismo tiempo caía un mortero. En esa misma plaza habíamos estado jóvenes animadores y sdb la tarde anterior.