MENSAJE DEL RECTOR MAYOR
Feliz Navidad para todos ustedes amigos del Carisma de Don Bosco. Cuando les estoy escribiendo este saludo he llegado, hace pocas horas, de mi vista al Nepal y a la Provincia Salesiana de Shilong, en el bellísimo nordeste de la India.
Este sueño misionero al que me refiero, amigos y amigas del Carisma salesiano es el gran sueño misionero de Don Bosco. Ya desde los primeros años de la fundación de la pequeña y frágil Sociedad de San Francisco de Sales (salesianos), envío a los primeros misioneros en Argentina (año 1875), con la intención de atender a los emigrantes italianos llegados allí a miles, y con el deseo profundo de que, en cuanto fuese posible, fueran a evangelizar a los pueblos originarios en la Patagonia.
El monumento dedicado a Don Bosco delante de la Basílica de María Auxiliadora en Valdocco es un símbolo de la misión de los salesianos en el mundo.
En mi oficina en Roma tengo un crucifijo que para mí es muy elocuente. Me lo regalaron en la visita que hice a mis hermanos salesianos y a la Familia Salesiana en el Perú. Se trata de una cruz (símbolo del cristianismo, como bien sabemos…), pero que tiene sobre la Cruz no a nuestro Señor Jesucristo, sino a un niño pobre. El mensaje es claro y muy fuerte: es el Señor Jesús crucificado en los CRUCIFICADOS DE NUESTRO MUNDO.