MENSAJE DEL RECTOR MAYOR
Saludos queridos amigos y amigas lectores. Hoy, a las puertas de la Navidad deseo compartirles un diálogo entre una nieta y su abuela, abuela sabia que conocía el corazón humano después de tanta experiencia en el camino de la vida. Dice así:
Amigos y amigas de Don Bosco y de su carisma. Les saludo ya casi al final de este año 2020 que todos vivimos y recordaremos como un año duro, doloroso en muchos sentidos, un año que nos ha cambiado, sin pretenderlo, nuestros hábitos de vida y costumbres, o al menos los ritmos personales, familiares y de comunidad. Pensando en todo lo que significa un año, he pensado en algo que llevo muy en el corazón: no sé si por educación o por mi propia naturaleza, tengo grabado en mi ser la necesidad permanente de agradecer y de ser agradecido ante tanto que recibo en la vida y que no tiene nada de mérito personal. Ignoro si otras personas lo sienten así. Quizá otras personas consideren que todo le es merecido, incluso la vida, pero no es mi caso.
Todo comenzó 162 años atrás. Bueno, para ser más exacto, unos años antes de la fundación de este pequeñito grupo de jóvenes que entusiasmados por su educador, Don Bosco, se empeñaron en dar vida a una ‘Sociedad’, la “Sociedad de San Francisco de Sales”, conocidos hoy como los salesianos de Don Bosco.
Nos une una misión: "la salvación de muchas almas, sin olvidarnos primero de la nuestra".