“A partir de la visita del Santo Padre se ha sentido oímos soplar un viento de cambio”, declaró en el 2016 de marzo, el arzobispo de Bangui, Mons. Dieudonné Nzapalainga. De hecho las elecciones presidenciales, para las que temían más violencia y enfrentamientos, recientemente se habían llevado a cabo con toda tranquilidad, y que condujo a la elección del ex primer ministro Faustin-Archanhe Touadéra.
Pero el final del verano, el resurgir de los combates, sobre todo en las partes centrales del país, como en la ciudad de Kaga Bandoro - allí donde desde hace años se desempeñó como obispo el salesiano Mons. Albert Vanbuel, ahora obispo emérito de la diócesis.
A partir de mediados de septiembre en adelante se tuvieron innumerables ataques y la violencia alrededor de la ciudad, hasta el punto de que el nuevo obispo titular, el franciscano Mons. Thaddée Kusy ha tenido que recurrir a un llamado al Presidente Touadera y a las fuerzas de las Naciones Unidas para la restauración de las condiciones y de la coexistencia pacífica: asaltos y saqueos en varios pueblos, y en varias parroquias; amenazas e intimidación a líderes y al personal de las organizaciones humanitarias de la iglesia; hasta tiroteos y matanzas que llevaron a unas diez personas a la muerte segura.
El último episodio llamativo tuvo lugar el 12 de octubre, cuando en el campo de refugiados situado cerca del Obispado, fue devastado por el grupo de la milicia formada por el ex Seleka - gran parte formado por mercenarios extranjeros - en represalia, dado que uno de los combatientes habían muerto mientras que él está tratando de robar un generador. La cifra final fue de al menos 30 muertos.
Hoy en día, la República Centroafricana necesita más que nunca que vuelva a soplar vientos de paz, “vientos de cambios” llevado por el Papa hace un año. ¿Quién sabe si será útil a este respecto, el nombramiento del joven cardenal - solo de 49 años - Mons. Nzapalainga, que es el primer cardenal del país, que no dudó en plena guerra civil en cruzar los puestos de control en plena líneas de fuego entre las facciones opuestas.