Por P. Antonio Ribeiro
La experiencia de los Oratorios, poco a poco fue siendo imitado por sacerdotes a lo largo de los siglos y en toda Italia hasta convertirse en un patrimonio pastoral de muchas diócesis, parroquias e instituciones religiosas. Basta recordar el último artículo salido en periódicos Italianos: “Más de 2 millones de muchachos y muchachas inscritos, 350 mil voluntarios y animadores involucrados, 8.000 estructuras involucradas: son los números del oratorio de verano en Italia para el año 2016”. (Cfr. Avvenire, 16-06-2016)
Don Bosco vivió en Turín tres siglos más tarde (en 1815-1888) y popularizó la experiencia educativa del oratorio. Profundo conocedor de la realidad de miles de jóvenes pobres, los inmigrantes, adictos, sin familia, sin una formación religiosa, abandonados y recorriendo las calles de Turín, inició un nuevo Oratorio y propuso: una experiencia abierta a todos, sin fronteras religiosas, con una diversidad de propuestas educativas; ofreció un espacio educativo religioso los días festivos y domingos y luego ofreció todos los días.
Un oratorio sin Dios, que no habla de Jesucristo, que no se anuncie la Palabra de Dios, que nadie hable de la Virgen, que no exista un ambiente educativo y un clima humano respetuoso; no es Oratorio Salesiano.
Para ser fieles a los ideales de Don Bosco hay que preservar la identidad del Oratorio Salesiano como espacio de promoción de las actividades socio-educativas y evangelizadoras a través del deporte, la música, el teatro, la danza, las buenas amistades, los grupos, la oración, los buenos mensajes.
El Oratorio de la Misión Salesiana Santa Isabel de Rio Negro, Amazonas, forma parte de la vida cotidiana en las tardes. Los jóvenes se reúnen para jugar, hablar, escuchar buena música y buenos mensajes. En este período los salesianos y colaboradores trabajan para prevenir las adicciones, la violencia y la delincuencia en general.