El fenómeno de los matrimonios de niñas es una de las principales amenazas para la salud física y psicológica de las niñas y de las mujeres jóvenes. Cada 7 segundos una menor de 15 años se ve obligado a casarse con un hombre mucho mayor de edad, una edad que desciende a los 10 años en los países como Afganistán, Yemen, India y Somalia. Una encuesta reciente llevada a cabo por UNICEF indica que los números de este fenómeno están en aumento y hoy en día las mujeres que se han casado durante la infancia son un promedio de 700 millones, en el 2030 será de 950 millones.
Para salvar a tantas niñas del matrimonio precoz y de la esclavitud doméstica, es importante desarrollar enfoques educativos alternativos que impliquen directamente a los niños. “Por ejemplo, las escuelas salesianas han puesto en marcha el proyecto del ‘Parlamento de los niños de la vecindad', una iniciativa con la que los educadores están creando los ciudadanos más conscientes de sus derechos”.
En las sesiones del “Parlamento de los niños de la vecindad” los niños se reúnen en grupos y discuten entre sí. “Fue durante las discusiones, que son guiados por un personal dedicado, que surgen problemas familiares, situaciones de abuso y explotación”, explica.
Los menores de entre 11 y 18 están divididos en grupos de 25-30 miembros, que reproducen fielmente el funcionamiento del órgano democrático: elegir al primer ministro, a los demás ministros y reflexionan sobre la agenda del día. “Una vez que se forma el Parlamento, los niños son guiados en los debates sobre los derechos humanos básicos y otros derechos especiales. Los educadores ayudan a identificar problemas sociales, violaciones de los derechos que afectan a sus familias en particular a la sociedad en su conjunto”.
Este tipo de programa, afirma el P. Menamparampil, “debe ayudar antes de que se celebren los matrimonios, porque después es más difícil actuar. Las niñas aprenden a ser conscientes de sí mismas, lo que quieren hacer en sus vidas, el hecho de que están libres para casarse con quien quieran ellas”. Si las familias se oponen a la libre voluntad de las niñas, los educadores no pueden dejar de denunciar estos abusos a la policía. “En ese momento - concluye - se espera a la policía para hacer cumplir la ley”.
Fuente: AsiaNews