Por: Antonio Carriero, SDB
¿Qué fue lo que más apreció en el diálogo individual con los 75 Salesianos que conoció?
Me sentí en casa con los ancianos y jóvenes. He percibido una cierta serenidad, una cierta salud en la vida de todos. Me he sentido bien en la Crocetta.
¿Qué impresiones le ha dejado la comunidad?
Como he dicho, la impresión es muy positiva, pero también guardo muchas reflexiones hechas por los jóvenes y por los formadores: sobre el modo de vivir esta fase, sobre la posibilidad de estar más en contacto con la realidad y con los jóvenes, más comprometidos en la misión... Es un gran desafío. Pienso que el Capítulo General 28 será un momento favorable para llevar estas reflexiones a la atención de la Congregación.
Necesitamos encontrar nuevos caminos para llevar a cabo una formación cada vez más atenta a las personas, pero también al contexto en el que vivimos. Este es también el tema del próximo Capítulo General: "¿Qué salesianos para los jóvenes de hoy?".
¿En qué aspectos puede mejorar la comunidad de la Crocetta?
Habrá que prestar más atención a la dimensión humano-afectiva-sexual. Nosotros también somos un cuerpo, y esto no se puede dejar de lado.
Otro aspecto es el tema pastoral. No basta con hacer tantas actividades sin reflexionar sobre lo que se hace. Nuestras Constituciones nos dicen sabiamente: “el salesiano se esfuerza por discernir la voz del Espíritu en los acontecimientos, adquiriendo así la capacidad de aprender de la vida” (n. 119).
De la Crocetta saldrán jóvenes salesianos sacerdotes salesianos saldrán: ¿cómo los quiere la Iglesia y, sobre todo, los jóvenes?
Debemos salir de esta fase de formación con gran respeto por las personas. La gente no pide en primer lugar respuestas teológicas. En la Crocetta se hace mucha teología - y de un gran nivel - pero una vez que uno ha dejado la Crocetta, no se puede ir lanzando respuestas a la gente. Se necesita hoy más que nunca, formar Salesianos Sacerdotes que sean humanos, sanos, equilibrados, capaces de mirar con amor, que sepan respetar la "zarza ardiente" de los demás, capaces de una mirada de amor de la que habla el Papa Francisco en la Evangelii Gaudium. Si existe esta realidad, las personas, los muchachos, la gente lo comprenderá inmediatamente.
Este es mi deseo: un crecimiento humano y espiritual y que juntos crezcan progresivamente.