Por: María E. Pérez
Sobre su niñez y los salesianos
Los primeros años de mi niñez los vivimos en la calle Estrelleta, luego nos mudamos a la calle Hilario Espertín en el barrio San Juan Bosco y después a Villa Juana, donde me terminé de criar. Fue una niñez muy bonita, de la cual me siento orgulloso, y practicaba mucho deporte. Jugué fútbol con los padres salesianos en el Oratorio Don Bosco, porque la mayoría de los maestros involucrados con los salesianos eran europeos y practicaban fútbol.
Orgulloso de la formación salesiana
Para poder jugar beisbol teníamos que asistir a la misa todos los domingos. La misa era a las 9:00 de la mañana y terminaba a las 10:00; entonces, de diez a doce nos permitían jugar beisbol, pero antes de la misa teníamos que confesarnos. A veces, los sábados o los domingos, antes de misa y después, recibíamos la comunión. Me siento orgulloso y agradecido de la formación de los Padres Salesianos que pude recibir, aparte de la de mis padres. Participé en muchos torneos, jugué fútbol, también básquetbol, pero me incliné más por el beisbol. Creo que jugando fútbol fue que desarrollé mis piernas. Creo que la formación salesiana, ligada a la disciplina militar, ha jugado un papel preponderante en mi vida durante toda mi carrera”.
Sobre la educación
Para mí la educación es algo fundamental, por eso exhorto a los niños a que no abandonen sus estudios, que terminen su bachillerato y los que tengan la oportunidad que vayan a la universidad, porque ese título que han obtenido a base de sacrificio y perseverancia es algo que nadie se lo podrá arrebatar. Los niños son la esperanza, el orgullo y el futuro de cada país, somos los padres los llamados a brindarles orientación y alegría, que sepan que siempre hay espacio para mejorar, que nunca estén satisfechos, que siempre tengan aspiraciones, que traten de superarse, que sean humildes, que mantengan buena disciplina porque de ahí depende el éxito”.
Fuente: ElCaribe.com.do