Inició su experiencia misionaria en Turín aprendiendo un oficio: «Del carpintero que quería ser, surgió el mecánico que soy ahora», nos cuenta. Cuando terminé los estudios, crecía en mi un deseo de consagrarme en la vida religiosa y en el noviciado surgió mi vocación misionera: «En 1972 hice el pedido oficial al Rector Mayor y tuve tres días para pensar y decidir sobre mi viaje a Bhutan. De ese modo partí y permanecí hasta 1992, cuando los salesianos debimos dejar el país. Desde el Himalaya viajé hasta Sri Lanka y aquí estoy cumpliendo ya 35 años de presencia».
Sri Lanka es «un país que se está reconstruyendo luego de treinta años de guerra inter-étnica que dejó un pueblo devastado en el plano moral y material. Los niños y los adolescentes han tenido que pagar este grave precio», explica el Salesiano.
Entre las varias actividades que ofrecen los Salesianos, el Hermano Gabriele subraya dos: «en 1992 en Negombo abrimos un Centro de Rehabilitación para jóvenes abusados; fue un iniciativa para luchar contra la pedofilia y la prostitución de niños y jóvenes vulnerables, uno de los dramas del país».
Y después «el Don Bosco College of Technology que es la primera escuela salesiana de Sri Lanka, con 17 especializaciones e más de 750 alumnos, que tienen la posibilidad de dar una estabilidad económica y una solución a la vida de tantos jóvenes en riesgo de exclusión social».
Con tantos años de experiencia misionera, el Hermano Gabriele nos ofrece su «receta»: «Sigo siempre el ejemplo de Don Bosco, aprendí de ese modo a amar a las personas, en particular a los jóvenes. Me confío siempre a la Providencia. Trabajo por los pobres y soporto las fatigas».
Más informaciones en el sitio «Missioni Don Bosco».