¿Por qué estás en Siberia?
En 1991 el P. Pravda hizo una visita de exploración misionera en Yakutia; Yo estaba emocionado y el entonces Inspector, P. Kaiser, me pidió que lo acompañara en ese viaje a Rusia. Mientras estábamos en Novosibirsk, nos dijeron que en Aldán había necesidad de enseñar religión en escuelas públicas. En esa época no había misioneros ortodoxos. Aldán es una pequeña ciudad de 16.000 habitantes y todos fueron amables con nosotros. Después de todas las oportunas evaluaciones, el Rector Mayor, Don Egidio Viganó dio su consentimiento.
¿Cuáles han sido los mejores momentos vividos en Yakutia?
Después de la misa organizamos un diálogo amistoso con nuestros feligreses. En la década de 1990 el efecto fue increíble. Dos mujeres católicas una vez dijeron: "Sin la fe católica nuestra vida sería diferente. Nuestra vida tiene sentido, una visión diferente, una relación familiar con nuestros vecinos. Estando con nosotros, en nuestra propia vida, con las condiciones climáticas de Siberia, es una señal importante".
¿Y los más difíciles?
Hemos enfrentado muchos, como cuando un niño de 13 años murió en el oratorio en 1998 debido a una intervención médica tardía. En nuestra vida cotidiana, sin embargo, no experimento grandes dificultades, acepto el ambiente así como es. Por supuesto, incluso la confrontación pastoral entre los primeros diez años (1992-2001) y cierto estancamiento en el arduo período posterior al 2002. Pero desde 2011 la situación está mejorando y ahora estamos en un buen camino.
¿Qué es lo más importante para la evangelización de Yakutia?
Conocer a la gente, su carácter, su cultura y religión, y construir profundas relaciones interpersonales.
¿La gente del lugar se acerca a la Iglesia?
Para la gente de Yakutia, Dios es algo "demasiado alto", no tienen manera de comunicarse con Él. Cuando enseñaba diariamente en la escuela pública de la aldea Evenko-Yakut (1700 habitantes), los padres de los estudiantes me preguntaban: ¿Por qué crees en Dios? ¿Quién es Jesús? Y yo intentaba darles una respuesta y compartir con ellos mi fe. Sus hijos participan en los campamentos de verano salesianos y su deseo de gracia y fe crece lentamente.
