¿Qué significa para el X Sucesor de Don Bosco y para la Familia Salesiana llegar a ser cardenal?
Para mí y para todos nosotros, salesianos, ha sido una noticia totalmente inesperada, pero confirma la preocupación del Papa por nuestra familia religiosa. Si ha considerado oportuno contar conmigo para el servicio a la Iglesia como salesiano, con gran humildad y serenidad ofrezco mi disponibilidad. Don Bosco nos recomendaba responder siempre con entusiasmo a lo que el Papa nos pidiera, porque él amaba profundamente a la Iglesia y a su Pastor, y para nosotros esto es un fundamento del carisma. Ciertamente otros ven honores en estos nombramientos: con gran honestidad y sinceridad vivo este momento solo en la perspectiva del servicio. Hasta ahora he servido como religioso sacerdote, estoy sirviendo como Rector Mayor de los Salesianos y con este espíritu afronto el próximo servicio a la Iglesia que me pedirá el Papa. Ciertamente, no puedo dejar de reconocer su gran confianza, que me hace vivir este momento con una responsabilidad aún mayor.
Los más de 14.000 Hijos de Don Bosco, entre ellos 130 obispos, gastan su vida en 135 naciones del mundo para estar cerca de los jóvenes que han tenido menos. Seguramente usted, como cardenal salesiano, seguirá prestando una atención especial a los jóvenes.
Estamos en el mundo con la misión de acompañar a los jóvenes, a los niños y a sus familias, porque hoy sin las familias poco podemos hacer. Y tratamos de estar especialmente cerca de los jóvenes que son los más pobres. En mi servicio como cardenal no sé qué me pedirá el Papa, pero trataré de hacerlo lo mejor posible: soy ciertamente salesiano y la opción religiosa que hice de niño -gracias a la gran fe de mis padres, una familia de pescadores de un pueblecito de Asturias en España que, al necesitar mis "brazos" me dijeron "Hijo, es tu vida si esto te hace feliz, vete"- la llevo en mi bagaje personal. Soy Hijo de Don Bosco, amo a los jóvenes, especialmente a los que más luchan, me siento a gusto entre los pobres y las familias. Siempre he querido vivir en las misiones o en medio de los más necesitados, y todo esto lo llevo y lo llevaré siempre en mi corazón, sea cual sea el servicio que me espere. Desde mi primera experiencia con los Salesianos siempre me he sentido feliz entre los jóvenes y, cuarenta y cinco años después de mi primera profesión, estoy aquí y soy feliz.
¿Qué buscan los jóvenes y cuáles son las respuestas de los Salesianos? ¿Cómo hablamos hoy de Jesús a las nuevas generaciones?
Es difícil responder porque los jóvenes del mundo viven realidades muy diferentes. Pensando en nuestros jóvenes aquí en Europa reconozco que es un momento muy difícil. Ser joven hoy no es más fácil que hace veinticinco años. Tienen más medios que pueden ayudar y también malcriar, hay mucha falta de paternidad y maternidad en la vida de tantos chicos y chicas. Tenemos una de las generaciones más formadas de la historia de nuestras naciones, pero cuando terminan sus estudios no tienen posibilidades de encontrar un trabajo que les permita planificar el futuro: me imagino cuántos padres sufren por esto. En Italia y España, por ejemplo, la edad media de los jóvenes que consiguen trabajar por cuenta propia supera los treinta años, una situación insostenible que no da ninguna esperanza. También por estas razones no es fácil hablar de Dios a los jóvenes que atraviesan estos problemas. La única manera de consolarlos es caminar con ellos: a menudo pensamos que son los jóvenes los que deben venir a la Iglesia. Pero como salesiano he aprendido que, como hacía Don Bosco, somos nosotros los que debemos ir a buscarlos allí donde estén. Este es un gran reto para nuestra Iglesia: un camino de cercanía, de proximidad, cruzándonos en sus caminos. Es la mejor manera de hablarles de Jesús.