En sus observaciones iniciales, Nicholas Anton, representante de la archidiócesis griega ortodoxa de América, citó la encíclica del Papa Francisco Laudato Si 'sobre el derecho humano al agua: “Mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible, en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado. En realidad, el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable. Esa deuda se salda en parte con más aportes económicos para proveer de agua limpia y saneamiento a los pueblos más pobres. Pero se advierte un derroche de agua no sólo en países desarrollados, sino también en aquellos menos desarrollados que poseen grandes reservas. Esto muestra que el problema del agua es en parte una cuestión educativa y cultural, porque no hay conciencia de la gravedad de estas conductas en un contexto de gran inequidad”. (LS, 30).
Por lo tanto, a medida que el agua se vuelve cada vez más escasa y se comercializa, a cientos de millones de personas de todo el mundo se les niega el acceso al agua. Una de las tareas del Foro Político de Alto Nivel 2018 es examinar el progreso realizado en el logro del Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 - Garantizar a todos la disponibilidad y la gestión sostenible de las instalaciones de agua y saneamiento. Los ponentes de la reunión que se celebró el pasado 18 de julio trataron de recordar a los participantes el derecho humano al agua y la dignidad intrínseca de todas las personas.
Cada vez es más claro y preocupante que las estrategias para implementar este objetivo promovido por las instituciones financieras internacionales se coloquen y se tenga énfasis en la inversión privada y en el suministro del agua con fines de lucro. Esto ha llevado a violaciones sistemáticas de los derechos humanos y ha profundizado esas mismas desigualdades que los Objetivos de Desarrollo Sostenible buscan combatir.
El ejemplo del tratamiento inmoral sufrido por la población de Flint Michigan, que se le fue cortada el acceso al agua potable y se vieron obligados a abastecerse de agua contaminada y peligrosa sin ninguna información antes de que se realizara el cambio. Se detectó además la suspensión de los servicios de agua en caso de retraso en el pago, sin buscar otras soluciones al problema.
Esta es la razón por la cual se hizo un llamado para involucrar a las comunidades locales en las decisiones que afectan sus vidas, especialmente cuando éstas afectan profundamente sus derechos humanos y su dignidad.
La movilización de las comunidades locales para proteger el derecho humano al agua es algo que beneficia a todos. Proteger el acceso al agua limpia y segura y establecer mecanismos de accesibilidad para proteger a las poblaciones más vulnerables es un imperativo moral.