En un ambiente muy familiar, el Rector Mayor agradeció al cardenal Amato de parte de la Congregación y de la Familia Salesiana por el servicio realizado durante 10 años con pasión y generosidad. En particular, expresó el crecimiento en la Familia Salesiana de la atención y la mejora del patrimonio de santidad florecido por Don Bosco.
Por su parte, el Cardenal recordó el valor pastoral de las Causas de Beatificación y Canonización presentes para la Iglesia y para una familia religiosa como la nuestra, recordando que Don Bosco no tenía miedo de presentar a los jóvenes la alta meta de la santidad, ofreciendo modelos concretos que crecieron en el oratorio de Valdocco. En particular, la profundización de la experiencia espiritual de los miembros de nuestra Familia es un elemento decisivo para comprender y desarrollar la misión salesiana. De hecho, en ellos encontramos el carisma expresado en su forma más genuina y en su más alta implementación, sea sobre el camino del seguimiento como la acción educativa y pastoral.
Don Bosco, de hecho, no era solo en lo personal un gran santo, sino sobre todo un excepcional educador a la santidad. El mismo propuso a los adolescentes y a los jóvenes una forma de vida, que era un estilo de santidad alegre y accesible. Hizo de esta manera respirar en un ambiente de santidad a todos los que participaban en el Oratorio de Valdocco.
En Don Bosco estos dos aspectos, por un lado la santidad personal y por otro, el compromiso de educar a los jóvenes a la santidad, han sido un solo dinamismo que para nosotros uno no puede existir sin el otro.