La atención a las periferias no es algo que debe ser proclamado, sino que debe ser vivido y debe testimoniarse. Una visita a Bakú, a esa pequeña iglesia que crece y se enraíza lentamente, alrededor de la comunidad salesiana, y que desde 2001 es responsable de animarla.
La llegada del Papa al centro salesiano y a la Iglesia de la Inmaculada, quedarán como una experiencia inolvidable para toda la comunidad local. Así como las palabras pronunciadas durante la homilía, donde se refirió de “dos aspectos esenciales de la vida cristiana: la fe y el servicio”. Dos aspectos que, como dijo el Papa, citando a Santa Teresa de Calcuta, están profundamente ligados: “El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz”.
Incluso después de la misa, justo antes de partir para los sitios oficiales, el Santo Padre testimonió una vez más su proximidad como Pastor, al pequeño rebaño de Azerí. Fue cuando, al final del Ángelus, reiteró la importancia de su presencia “en medio de una pequeña comunidad de 700 personas”, y ofreció su estímulo con consejos prácticos: “Sólo son necesarias dos cosa: en aquella comunidad estaba la madre: ¡no se olviden de la Madre!; y en aquella comunidad había caridad, amor fraterno que el Espíritu Santo infundió en ellos. ¡Coraje!. ¡Vaya adelante! ¡Sin miedo, adelante!".
Un gran impulso de confianza y entusiasmo, por cierto, para los salesianos que se encuentran en Bakú y para todos los cristianos de aquel país.
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