Este sueño, de hecho, será interpretado progresivamente y encontrará confirmaciones durante todas las experiencias de la vida, en la existencia cotidiana, en la comprobación de los hechos mencionados en el sueño y en la gradualidad de los acontecimientos.
Pero, ¿cuándo hizo suyo Don Bosco este sueño de manera explícita y vivencial? Desde 1844 hasta 1846, vive con intensidad, y no sin sufrimientos, una continua peregrinación, buscando un lugar para sus jóvenes en Turín, para concretar lo vislumbrado en el sueño. Es, entonces, en el Don Bosco adulto que el sueño se convierte en vida, existencia, experiencia. Viviendo personalmente esta búsqueda de un lugar para vivir y acoger a sus jóvenes, desarrolla e integra el valor de la hospitalidad en su vida, espiritualidad y praxis educativa.
“La originalidad del enfoque se encuentra en esta relectura de Don Bosco a partir de los dos sueños, el de los nueve años (1824) y el del joven sacerdote (1844), como un verdadero peregrinaje, similar al de Moisés en busca de la ‘tierra prometida’; caminando en la oscuridad sostenido por la fe y, por tanto, ‘como si viera lo invisible’”.
Editorial Elledici, 80 páginas