Este es el primer libro dedicado al creador de templos y colegios más destacado de América. Ernesto Vespignani (1861-1925) fue comparado con Miguel Ángel y elogiado como discípulo de Giotto y de Bramante. A las inauguraciones de sus iglesias asistieron príncipes y pontífices, y el Papa Francisco fue bautizado en una de ellas.
Al igual que su contemporáneo, Antoni Gaudí, Vespignani no solo se consagró por sus templos, sino también por su fama de santidad. Diseñó más de cien iglesias y colegios con devoción religiosa y técnicas modernas, y se le atribuye al estudio de arquitectura que fundó medio millar de obras más. Multitudes de alumnos y peregrinos hoy admiran sus obras, pero desconocen su nombre. Luego de su muerte fue olvidado y su creación degradada. Este libro busca reivindicar críticamente su obra con la esperanza de recuperar la memoria del creador de iglesias más importante de América.
En esta obra de Lázara, aun sin despojarse de las notas científicas propias de una monografía erudita, subyace un auténtico manifiesto cuya postulación, en prieta síntesis, puede leerse en la página 35: “En una época que la humanidad padece un bombardeo vertiginoso de imágenes y ruidos, se manifiesta, cada vez más, la necesidad de espacios sagrados para la meditación, realizados con arte y decoro, como los que creía Vespignani hace un siglo”.
El libro se completa con un inventario de las obras de Vespignani, una tarea ardua que ha tropezado con los escollos propios de la heterogeneidad, dispersión e incompletitud de la documentación, tanto en la Argentina como en Italia, lugares donde ha espigado el autor. Pero aunque él estima que su resultado es incompleto, su aporte resulta de inestimable valor para la inerrancia en la identificación de la “opera omnia” vespignanesca, sujeta hasta ahora a atribuciones erróneas, omisiones e incluso juicios peyorativos. Es bien interesante en este aspecto el registro de sus obras en Perú, Brasil y Uruguay, virtualmente desconocidas para la crítica local.
Ediciones Don Bosco, 204 páginas
