“Es una afluencia extraordinaria - explicó a la agencia Sir el misionero salesiano italiano P. Giampiero De Nardi. Continúa - estamos sirviendo en la casa local del migrante, en el ayuntamiento de Santa Elena. La estructura tiene una capacidad de unas 50 personas y tuvieron que hacer frente a la llegada de 300 migrantes. Hacemos todo lo posible para garantizarles una cama y comida caliente. En un momento dado, hubo una escasez de alimentos”.
Afortunadamente, “llegó un contenedor de Canadá, que se utilizó para la misión en Petén y para otros fines, y lo tuvimos que usar para esta emergencia humanitaria”, concluyó el misionero salesiano.
La misión salesiana de San Benito Petén se puso en marcha a finales de 2011 para atender a los jóvenes en riesgo en el territorio del vicariato del mismo nombre. Es una obra misionera que vive cada día la opción preferencial por los más pobres y promueve múltiples actividades de promoción social, educación y evangelización. Pero a veces, como en este caso, los que corren más riesgo se convierten en aquellos que por necesidad abandonan lo poco que tienen para buscar un futuro mejor para ellos y sus familias.
No es una coincidencia que en los últimos días monseñor Jaime Calderón Calderón, Obispo de Tapachula, en el Estado de Chiapas y cerca de la frontera con Guatemala, hizo un llamado a los sacerdotes, religiosos y laicos tras la noticia de una nueva caravana de miles de migrantes hondureños que se dirigen a los Estados Unidos de América. “Todos los que forman parte de esta familia diocesana, - explico el obispo - cada uno según sus posibilidades y responsabilidades, deben asegurar a estos nuestros hermanos migrantes no les falte un pedazo de pan, no sean violados o agredidos al pasar por nuestra diócesis, no reciban expresiones de rechazo. Dios recompensará el esfuerzo de todos por verlos, oírlos y tratarlos como hermanos. Así como nos gustaría que nuestros compatriotas que viven de manera irregular Estados Unidos fueran tratados de la mejor manera”.