Después de siete años, el último diario del P. Luis Bolla fue encontrado. El P. Vicente Santilli, SDB, tiene en su haber el cuaderno original y que se conserva en la Inspectoría “Santa Rosa” del Perú.

El P. Diego Clavijo, quien trabajó varios años con el P. Bolla, halló el diario con el simple título “80 Kuyuntsa”. Tras 79 diarios manuscritos por Yankuam’ (luz del atardecer), se puede leer el último, que permite participar de sus profundas reflexiones de fe y sobre el quehacer del pueblo Achuar.

“En este momento, los Pueblos Indígenas de selva se han organizada – inicia este bellísimo diario el P. Bolla, y continúa - La escuela verdaderamente bilingüe bicultural es fundamental para que los Pueblos Aborígenes entren en la historia y sean estimados”.

Cada noche, a la luz de un candil, el P. Yankuam’ escribía en un cuaderno la vida con los Achuar sobre su trabajo pastoral, el trabajo en el campo, sobre sus viajes, sus anécdotas que cada día se hacían una nueva aventura; pero, sobre todo, interiorizaba su fe y su manera de percibir una realidad compleja en la que se desenvolvía de manera natural.

El P. Luis Bolla, escribió hasta el último día que estuvo consciente. Sus últimos textos impresos de puño y letra, lo realizó durante los Ejercicios Espirituales de 2013 en la casa de retiros de Chosica-Perú, cuando una repentina isquemia cerebral lo sorprendió en su habitación el 6 de enero. No se levantó más. Murió el 6 de febrero de 2013.

El “diario 80”, escrito a mano, nos regala sus últimos pensamientos en el retiro de ese año, al parecer era su preparación a la vida eterna. Realizó sus anotaciones de las charlas y, como sabiendo que ese día tendría que partir a la clínica, escribió: “Quédate Jesús conmigo y con todos nosotros, que la tarde está cayendo”.

Este último diario fue transcrito por el equipo del “Archivo Histórico” de Quito, bajo la dirección del P. Juan Bottasso, quien falleció hace poco y dejó este precioso trabajo antes de partir a la Casa del Padre y estar en compañía de su amigo el Padre Luis Bolla.

Por: Angélica Almeida – Ecuador 

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