El prelado italiano, desde hace casi cuarenta años en Madagascar, cuenta la gran emoción de la próxima visita del Papa a la isla, donde, aunque los católicos son solo 8 de los 25 millones de habitantes, la Iglesia Católica representa un apoyo indispensable para toda la población.
“Si la gente necesita tratamiento, acude a nuestros dispensarios, mientras que sus padres envían con confianza a sus hijos a las escuelas que hemos establecido, incluso en las aldeas más remotas. Y luego cada parroquia maneja proyectos relacionados con la agricultura o programas de salud que benefician a los fieles de todas las religiones. La Iglesia Católica siempre ha sido aquí el único punto de referencia para todos”, manifiesta Mons. Vella.
Aunque rico en recursos minerales y naturales, Madagascar es uno de los países más pobres del mundo. Casi la mitad de los niños están desnutridos, la tasa de analfabetismo es del 31% y solo el 15% de la población tiene acceso a la electricidad. “Hay familias que ni siquiera tienen dinero para cuidar de sus hijos y esto es inaceptable”, afirma el prelado, quien señala que la Iglesia necesita absolutamente el apoyo económico del extranjero. “La ayuda que nos llega de realidades como la AEC es realmente preciosa y nos permite llevar a cabo nuestro trabajo”.
Frente a la pobreza y a la división, en su video mensaje enviado con motivo de su inminente viaje, el Papa Francisco animó a la población de Madagascar: “Vuestro país es famoso por su belleza natural, y por ello decimos: ¡Alabado sea el sí! Es nuestro deber protegerlos con cuidado. Pero hay otra belleza que es aún más querida por Cristo y por el Papa: la de su pueblo, es decir, ¡su santidad! Por esta razón, vendré a confirmarles en la fe”