La mañana de hoy el Papa Francisco fue recibido por el Presidente de la República, Juan Carlos Varela Rodríguez y la Primera Dama, la Sra. Lorena Castillo, en el Palacio de las Garzas. Minutos después de su ingreso a la Presidencia de la República, el Papa salió a uno de los balcones y saludó a la multitud que desde muy temprano esperaba para saludarlo a su llegada.
Al final de esta visita de cortesía, el Presidente y la Primera Dama despidieron al Papa, quien se dirigió hasta el Palacio Bolívar para un encuentro con autoridades, el cuerpo diplomático y representantes de la sociedad civil, en el Palacio Bolívar. El Palacio Bolívar es un edificio emblemático del Casco Antiguo, en el que se celebró́ el Congreso de Panamá́ en 1826, presidido por el Libertador Simón Bolívar.
Tras el acto, el Papa se dirigió hasta la Iglesia San Francisco de Asís para participar en el encuentro con los obispos. A su llegada, el Papa fue recibido por el Arzobispo de Panamá, Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, y por el presidente del Secretariado Episcopal de América Central (SEDAC). Mons. José Luis Escobar Alas. A nombre del SEDAC, Mons. Escobar Alas, dirigió el saludo de bienvenida al Santo Padre. Acto seguido, el Santo Padre leyó un mensaje a los obispos. El encuentro de Su Santidad con los obispos Centroamericanos terminó con un saludo fraterno y la fotografía oficial.
Finalmente, el Papa se encontró con los jóvenes en la ceremonia de acogida y apertura de la JMJ, en el campo Santa María de la Antigua-Cinta Costera, con una participación de 350 mil asistentes, según informes de la Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial San Miguel Arcángel (FTC). Una vez más, el Papa cambió el protocolo, pues llegó con el Papamóvil abierto en lugar del coche cerrado previsto.
El evento inició con el saludo de Mons. José Domingo Ulloa Mendieta, Arzobispo de Panamá, al Santo Padre. A los jóvenes el Papa les ha manifestado: “Ustedes nos enseñan que encontrarse no significa mimetizarse, ni pensar todos lo mismo… No, eso no. La cultura del encuentro es un llamado e invitación a atreverse a mantener vivo un sueño en común… Cada uno volverá a casa con la fuerza nueva que se genera cada vez que nos encontramos con los otros y con el Señor, llenos del Espíritu Santo”.