Después de la formación de la 144ª expedición desde Roma-Turín (2013), llegué al mar de las misiones con las reales dificultades de encontrar mi lugar y el sentido de mi presencia. Ha sido un período para cuestionar mi vocación salesiana.
Después de mi primera formación en Roma, mi primera experiencia fue la participación en el tercer encuentro de misioneros del Proyecto Europa en Munich (2016), y me ha impresionado doblemente.
En primer lugar, me doy cuenta de que verdaderamente estoy participando en un proyecto que supera mis aspiraciones personales, un proyecto promovido por el Espíritu Santo y que ya ha producido muchos frutos en los demás hermanos que están respondiendo con entusiasmo.
En segundo lugar, en Munich de Baviera se ha insistido en el hecho de que, por parte de las inspectorías que nos reciben, el Proyecto Europa no es algo que se añade o algo en paralelo, sino una renovación del carisma salesiano “con” los hermanos a los que nos unimos, es un proyecto para construir juntamente con ellos. Esto me ha librado de la equivocada conciencia que yo tenía de no tener lo suficiente para dar a Francia.
En mi inspectoría de FRB he tenido la fortuna de encontrar un inspector muy valioso para el Proyecto Europa, abierto y que anima con sus consejos en vistas a la realización del proyecto. Esto ha tenido un impacto positivo para nuestra inserción como misioneros venidos desde fuera. Nos hemos sentido esperados, acogidos, acompañados.
Volviendo a mi caso personal, cuando llegué me mandaron a la comunidad en la que el nuevo Inspector era párroco y director. Le sustituyó el ex-vicario inspectorial. Poco a poco me ha ido preparando para asumir el porvenir y las responsabilidades del trabajo sólo dos años más tarde.
El hecho es que a mí, que soy africano venido desde el extranjero, el ex–vicario que fue director y párroco, me ha entregado el mando mientras él quedaba como mi vicario, antes de cambiar de comunidad… esto ha representado un gran testimonio de fuerza y de conversión para mí mismo, pero también un fuerte testimonio ante la comunidad parroquial y los colaboradores laicos que admiraban, en este gesto, el amor fraterno y la confianza que han depositado en mí.