El equipo humanitario salesiano tenía inicialmente la intención de cruzar el río Irrawaddy por el puente de Sagaing, pero debido a las restricciones impuestas por razones de seguridad, esto no fue posible. Sin embargo, este contratiempo no desalentó la misión de servicio. Al encontrarse y dialogar con las personas afectadas, el grupo salesiano descubrió que, si bien muchos colectivos distribuían cajas de arroz para las comidas diarias, había una grave escasez de otros artículos esenciales en estas desafortunadas circunstancias – agravadas también por el calor abrasador – como: mosquiteros, lonas, paraguas, esteras, sábanas y almohadas.

Para aliviar la situación de la población desplazada, los salesianos y sus colaboradores adoptaron un enfoque único. Compraron helados para los niños, logrando dibujar sonrisas en sus rostros en medio del sufrimiento. Además, proporcionaron energía eléctrica mediante un generador, lo que permitió a las víctimas recargar teléfonos móviles, linternas y lámparas para la noche. Este acto de amor se destacó también por otro motivo: mientras que la mayoría de los otros grupos de ayuda se retiraban poco después de distribuir los suministros, el equipo salesiano permaneció durante más tiempo, tejiendo relaciones y promoviendo el diálogo, ofreciendo una escucha atenta y, cuando fue necesario, una palabra de consuelo y esperanza.

Este gesto simple y atento tuvo un impacto profundo. Una de las personas beneficiadas expresó su más sentida gratitud, diciendo: “Es la primera vez que recibimos electricidad gratuita para recargar nuestros teléfonos y volver a contactar con nuestras familias”.

El equipo salesiano se sintió profundamente satisfecho de haber llevado una pequeña gota de alivio a quienes en estas horas sufren tras haberlo perdido todo, y transmitió su alegría y energía a quienes, comprensiblemente, ahora se sienten desolados. La presencia del equipo salesiano no solo alivió algunas dificultades materiales, sino que también proporcionó consuelo emocional y esperanza en un momento de gran adversidad.

En su compromiso con la misión de Don Bosco de servir a los necesitados, el equipo reafirmó la importancia del amor y la solidaridad, independientemente de cualquier otra consideración de fe o cultura.

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