La llegada del padre Attard y la fiesta espontánea
El padre Attard llegó en tren desde Roma a Turín, tras una breve parada en Milán, donde no dejó, como nuevo Don Bosco, de encontrarse y saludar a algunos jóvenes. Al ingresar en coche al patio trasero de Valdocco fue inmediatamente festejado y abrazado por todos: en sus muchos años de servicio al mundo, con diversos y prestigiosos encargos, ha colaborado con muchísimas personas y forjado muchas amistades, y ahora son muchos los que no quieren esperar el momento ya previsto para los saludos oficiales para rodearlo. Saludos, abrazos, gestos de afecto y palabras lo escoltan hasta el teatro y a su llegada al escenario, en medio del festivo caos de aplausos, música y aclamaciones de toda la sala.
La promesa ritual
Siguió el acto formal de la profesión de fe. Fue el momento más solemne e institucional de la tarde y el nuevo Rector Mayor expresó con gestos, palabras y toda su actitud exterior la importancia de lo que estaba ocurriendo. Se dio lectura a algunos artículos de las Constituciones, así como al pasaje evangélico que recuerda el servicio de la autoridad.
Como nuevo Don Bosco, el padre Attard renovó su adhesión total al depósito de la fe de la Iglesia Católica y al magisterio de los papas, comprometiéndose a guiar la Congregación en la fidelidad a Cristo y al Pontífice, en el estilo de Don Bosco.
Al concluir el rito, el padre Alphonse Owoudou, regulador del CG29, le entregó el gafete del Capítulo, integrándolo así entre los capitulares de la asamblea. Comenzó entonces la larga fase de los saludos oficiales, abiertos por el presidente del CG29, el padre Stefano Martoglio, y proseguida por el Rector Mayor Emérito, el padre Pascual Chávez, y –antes que todos los capitulares por orden– también por otros invitados presentes para la ocasión, como la Madre General de las Hijas de María Auxiliadora, Madre Chiara Cazzuola; monseñor Mauro Morfino, obispo de Alghero-Bosa; la hermana Leslie Sandigo, consejera general para la Familia Salesiana; y la inspectora HMA del Piamonte-Valle de Aosta, la hermana Emma Bergandi.
El primer discurso “programático”
Uno de los momentos más esperados por los más de doscientos veinte capitulares presentes en la sala –y por los miles de salesianos y simpatizantes de la obra de Don Bosco que seguían y comentaban en tiempo real a través de la transmisión en directo– fue la primera intervención del padre Attard como Rector Mayor.
Veinte minutos cargados de perspectivas e indicaciones, con ideas claras y provocaciones destinadas a dejar huella. Con tono afable y directo, el XI Sucesor de Don Bosco marcó las prioridades. En primer lugar, la claridad sobre la propia identidad salesiana y el sentido del día.
El sujeto Congregación y la dinámica de partida
“El sujeto más importante hoy no es Fabio Attard, sino la Congregación Salesiana”, comenzó, explicando que “hoy la Congregación ha hecho un gesto que testimonia no solo su vitalidad, sino también el deseo de que esta vitalidad continúe, a través de personas elegidas para asumir un servicio por un tiempo”.
Y estas personas, al servicio de la congregación, no están solas, sino que son parte de una dinámica “donde el Espíritu de Dios está hablando… una historia humana que es como un recipiente de la fuerza de un Dios que sigue creando, redimiendo y santificando”.
Por ello, su primera exhortación a sus hermanos fue “estar abiertos a esta historia de salvación que tiene en Jesucristo su inicio y su fin”, haciéndolo desde una reflexión sana sobre el significado de ser salesianos hoy, de vivir verdaderamente el tema del Capítulo “Apasionados por Jesucristo, dedicados a los jóvenes”, y de preguntarse con coherencia con qué actitud, con qué deseo cada uno colabora en llevar adelante la Congregación y su misión.
“Hoy, como Salesianos de Don Bosco –advirtió enseguida– estamos llamados a vivir el carisma evitando el peligro de las fotocopias pastorales. Un peligro que conocemos a nivel intelectual… ¡Pero no es fácil el paso de una comprensión mental, analítica, a una fidelidad profética!”
De la pasión por Dios a la pasión por el ser humano
En una segunda parte, el Rector Mayor profundizó aún más en su reflexión. Si entonces la base es estar enraizados en Cristo y conscientes del propio carisma, en este tiempo “que el papa Francisco define muy bien como un cambio de época” a los salesianos se les pide reflexionar seriamente sobre su servicio educativo. “¿Somos benefactores, patrones, proveedores… o somos servidores?”
A partir de su experiencia en el mundo, el padre Attard observó que los jóvenes hoy viven en una única gran aldea, y que las preguntas de los jóvenes son las mismas en Vietnam, Brasil, España, India… Pero aunque las preguntas estén situadas en esta nueva época, antigua es la sed de sentido. “La sed existe, pero ¿sabemos reconocerla?... Si somos verdaderamente servidores de los jóvenes, debemos ofrecer el espacio, las personas, las propuestas, para que esa sed pueda ser detectada, reconocida y, si es posible, encontrar un vaso de agua ofrecido”.
El cambio de época no puede ser una excusa ni un problema, sino una oportunidad que no debe desperdiciarse. “Nuestra pasión es la medida de nuestra dedicación, nuestra fidelidad es la columna vertebral de nuestra profecía, no hay otra”, afirmó tajantemente… Reiterando también que había percibido, incluso desde fuera, a través de los medios, que el Capítulo está trabajando realmente en escucha del Espíritu Santo, pero que el verdadero desafío será llevar ese espíritu, esas dinámicas y actitudes a las inspectorías y al trabajo cotidiano.
La situación de los salesianos en zonas de guerra
Por último, el padre Attard dedicó un pensamiento especial a los muchos salesianos activos en países en conflicto: Ucrania, Palestina, Israel, Líbano, Siria, Myanmar, Sudán, Etiopía, la República Democrática del Congo… “Nuestros hermanos necesitan nuestra cercanía espiritual, porque están allí para dar testimonio, son los mártires del nuevo siglo”.
Y citó el ejemplo del padre Tom Uzhunnalil, el salesiano misionero en Yemen secuestrado durante quinientos cincuenta y siente días entre 2017 y 2018: “un hombre de oración, serenidad…”, como tantos otros Hijos de Don Bosco que en contextos de extrema dificultad “testimonian que, por Jesús, vale la pena ser un Don Bosco hoy para los jóvenes”.
Un camino para recorrer juntos
El padre Attard concluyó con un último llamado al servicio y luego con una petición: por un lado, indicó que “el servicio debe ser vivido de manera creíble y visible, ante todo, por el Consejo General. Estamos allí como ejemplo de sinodalidad, de comunión, de fraternidad y de paternidad. Estamos allí para servir, nada más y nada menos”.
Y luego, emulando al papa Francisco, pidió oraciones: “Recen por mí y por los que elegirán en el Consejo General, porque somos una comunidad, somos hermanos”.
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