“El Oratorio Salesiano abierto en San Cataldo, en Sicilia, el 8 de diciembre pasado (los salesianos habían llegado allí dos días antes), desde el primer día acogió a doscientos cincuenta chicos, una espléndida prueba de la expectativa y el entusiasmo con los que se había suspirado y saludado esta nueva fundación.
Por ello, era conveniente celebrar con una ceremonia especial su inauguración oficial. Esto ocurrió en la tarde del 18 de enero, con la presencia del R. prefecto de la ciudad de Caltanissetta, el Cuestor, el viceprefecto, el comisionado real y los notables del municipio, el vicario foráneo, canónigo Cammarata, el canónigo Pagano, presidente de la Caja Obrera, y toda la administración, el reverendísimo clero con los párrocos y una multitud inmensa de personas.
Fue una ceremonia verdaderamente imponente: y ese día los chicos ascendieron a más de quinientos.
Por la mañana, celebró para ellos S. E. R. monseñor Jacono, obispo diocesano, y más de doscientos cincuenta se acercaron a la Sagrada Comunión.
Que Dios bendiga con preciosos frutos de elevación religiosa y moral este nuevo centro de formación juvenil”.
Así se lee en el Boletín Salesiano de marzo de 1925.
Cien años exactos después, se celebró con alegría y gratitud este significativo aniversario. Con la presencia de monseñor Antonino Migliore, obispo emérito de Coxim, en Brasil; del inspector de los salesianos de Sicilia, padre Giovanni D’Andrea; de varios salesianos y sacerdotes del clero local; de algunas Hijas de María Auxiliadora originarias de San Cataldo; del alcalde de la ciudad, abogado Gioacchino Comparato, y de varios asesores, monseñor Mario Russotto, obispo de Caltanissetta – oriundo de Ragusa, como el obispo de hace cien años, monseñor Iacono – presidió el solemne rito, proclamando la oración de dedicación, a la que siguieron los sugerentes ritos explicativos de la unción del altar y las paredes de la iglesia, la incensación y la iluminación.
El emotivo y concurrido rito concluyó con la firma de los “Actos de la dedicación” y con la inauguración de una lápida de mármol colocada como memoria perenne de la consagración.
Este significativo evento también forma parte del amplio programa de celebraciones por el centenario de la presencia salesiana en San Cataldo, “para relanzar siempre más – como reafirmó monseñor Russotto durante la homilía – el sentido y el carisma de Don Bosco en esta querida ciudad de San Cataldo, que es verdaderamente salesiana”.
“En este primer siglo de historia – continuó el obispo – la presencia del carisma de Don Bosco ha sido una gracia, una riqueza, para la ciudad de San Cataldo, que ha dado muchas, numerosísimas vocaciones, no solo a los salesianos de Don Bosco, sino también a las Hijas de María Auxiliadora; es decir, ha dado muchos jóvenes, hombres y mujeres, al servicio de Dios en la única Iglesia. Y es una alegría, para mí, ver entre los salesianos presentes también salesianos originarios de San Cataldo. Es una alegría, es una alegría, porque esta ciudad merece mucho más, aún más, y necesita del carisma de Don Bosco”.
Junto al incienso quemado en el altar, subieron al Señor las oraciones de todos los presentes, para que toda la ciudadanía pueda continuar “mirando el pasado con gratitud, viviendo el presente con pasión, abrazando el futuro con esperanza”.
Luciano Arcarese
