No muy lejos de Pugnido está Jikawo, un pueblo que sufrió en Abril un ataque que dejó 208 muertos y más de 100 niños secuestrados. Los supervivientes ahora se encuentran en en el campo de refugiados que atienden los misioneros salesianos en Pugnido. "Lo peor ya ha pasado y ahora los niños están siendo devueltos a sus familias", dice el padre George Pontiggia, misionero salesiano del campo de refugiados. "Es una pesadilla que ocurre continuamente, pero esta vez ha sido de gran magnitud", añade el salesiano.
Los Salesianos, sin embargo, siguen trabajando por la educación y la evangelización de los muchachos. El objetivo es garantizar que los jóvenes tengan la mayoría de sus necesidades básicas satisfechas para que puedan centrarse en la educación que reciben y conseguir así las habilidades necesarias para encontrar y mantener un empleo estable.
Los misioneros salesianos se enfrentan a retos considerables en Pugnido y están trabajando para asegurar que todos los niños tengan acceso a la educación, a la alimentación, al agua potable y atención de la salud.
Como quería Don Bosco, en la misión salesiana de Pugnido los muchachos son los protagonistas. "Ellos tienen una fuerza increíble de vida y transmiten alegría y amor. Los que eran niños hace diez años no han desaparecido. Cada día vienen al oratorio, participan en la misa, viven con nosotros. Incluso los que se va a vivir a otros lugares, cuando regresan, vuelven al oratorio en Pugnido", comenta le padre Pontiggia.
La misión en Pugnido ha podido crecer y desarrollarse gracias a la ayuda de los donantes. "En nombre de estos muchachos les damos las gracias. Su apoyo nos da la oportunidad de ayudar en su crecimiento, en la salud, en la sabiduría y en la gracia de Dios (...) y gratitud infinita a los que nos ayudan orando por nosotros. Es el puente invisible, pero tenaz que nos mantiene unidos", concluye el misionero salesiano.
