“Eran cerca de las 16 horas e íbamos a empezar nuestra reunión cuando alguien llamó nuestra atención sobre un incendio que estaba avanzando en las cercanías”, ha contado Joey Payas, jefe de manutención del DBCS. El señor Payas y su compañero Glicerio Melloso fueron los primeros en actuar y usaron las mangueras anti incendios del Instituto para contener las llamas más cercanas a la Obra.
Los habitantes de la comunidad afectada por las llamas, la mayor parte filipinos emigrantes de la región de Surigao, aprovechando la circunstancia de que el muro divisorio es bajo y fácil de saltar, escaparon inmediatamente hacia el DBCS llevando consigo lo poco que pudieron. Eran, sobre todo, mujeres y niños. Un profesor voluntario del Centro corrió a recoger a los niños y ponerlos a salvo en el campus, ayudado por algunas religiosas. Muchos niños lloraban: una niña de seis años estaba preocupada por su abuelo, incapacitado para caminar; una muchacha, por su madre…
Mientras esperaban la llegada de los bomberos, los salesianos y sus colaboradores continuaron prodigándose en contener las llamas y ayudar a las víctimas del incendio a salvarse a sí mismas y a sus posesiones, e intentaron también hacer entrar los camiones de los bomberos en el DBCS para afrontar mejor la situación. Poco después de las 17 horas se habían controlado las llamas: a pesar de que habían afectado a cerca de 50 chabolas, no hubo heridos o muertos a causa del incendio.
La mayor parte de los damnificados por el incendio fueron alojados por los vecinos; cuatro familias han dormido en el DBCS, compartiendo la cena con los Salesianos y recibiendo otros alimentos por parte de algunas Religiosas Franciscanas. Actualmente, todos los afectados están bajo la protección de las autoridades locales y esperan reconstruir sus casas en los próximos días.