Desde el 6 de febrero y continuando en los días siguientes, la Delegación de Comunicación Social de la Inspectoría Salesiana “Jesús Adolescente” de Oriente Medio (MOR) ha recogido varios testimonios de los jóvenes sobrevivientes recibidos en el centro “Don Bosco” de Alepo. De sus palabras emerge tanto el miedo de los primeros momentos, como la solidaridad vivida y el sentimiento de alivio de estar juntos bajo el abrazo salesiano.
Por ejemplo, el pequeño Micho cuenta: “Fue un terremoto terrible: amanecimos tomados por el miedo y esperamos que terminaran los temblores, porque se caían las paredes. Bajamos, había mucha lluvia y dormimos afuera de casa. Pero ahora no tengo miedo, porque estoy en 'Don Bosco' jugando con mis amigos".
“Estábamos en la cama cuando sucedió y en unos segundos salimos a la calle -comparte la joven Judy Elia, dentista-. No llevamos nada con nosotros, nuestra única preocupación era salir de casa.
Buscamos un lugar abierto, lejos de los edificios, en una situación muy difícil, porque también estaba lloviendo (…). Y desde el día del terremoto, hemos estado aquí. Los salesianos han abierto sus puertas, nada nos ha faltado. Nos dieron frazadas, colchones, tres comidas al día... Les agradecemos sinceramente, porque además del apoyo material, hubo apoyo moral”.
“¡Lo que vivimos fue tremendo! Íbamos por la calle descalzos, corríamos, estábamos bajo la lluvia, no teníamos ropa adecuada... Estuvimos así desde las 4 de la mañana hasta las 7 de la mañana. Teníamos mucho miedo”, recuerda aún con angustia Nadia Ebed, ama de casa. Sin embargo, la ayuda vino de "Don Bosco Alepo", donde, concluye la mujer, "nos albergaron junto a mucha gente".
Stephanie Sultanem, estudiante de medicina que trabaja estos días en el oratorio salesiano habló sobre el compromiso de los salesianos y sus colaboradores. “Después del terremoto creamos un punto de recolección de medicamentos para la gran cantidad de personas que se encuentran entre nosotros. Es para servir a la gente, porque mucha gente se ha ido de casa sin poder tomar medicinas y ya no puede regresar porque las estructuras son inseguras”.
Las pruebas a las que se enfrentan hoy miles de personas en Siria son realmente extremas: "No sé hasta dónde la gente puede mirar al futuro con esperanza, especialmente después de largos años de guerra", informa Joelle Klzi al final de sus palabras.
Sin embargo, concluye: "Sólo sé que el Señor nos ha salvado de una muerte segura".
Estos y otros testimonios están disponibles en la lista de reproducción correspondiente en "ANSChannel".