Participaron en la celebración la Superiora General del Instituto FMA, Madre Chiara Cazzuola, con su Consejo; Madre Yvonne Reungoat, Madre General Emérita y Presidenta de la USMI; la Inspectora de la Inspectoría San Juan Bosco (IRO), Sor Gabriella Garofoli.

También estuvieron presentes el Consejo Inspectorial y las Directoras de las Comunidades de Roma; la Vicepresidenta de la Confederación Mundial de Exalumnas FMA, Sra. Olivia Furlan; junto con otras FMA y novicias de las comunidades de la Capital italiana.

También estuvieron presentes la Madre General de las Combonianas, Sor Luigina Coccia y su Consejo; algunas Hermanas de las Comunidades de Roma; y algunos miembros del Capítulo General -en curso- de los Misioneros Combonianas.

Estaban allí presentes el Superior de la Visitaduría Maria Sede della Sapienza de los Salesianos de Don Bosco, el padre Maria Arokiam Kanaga, en representación del Rector Mayor de la Congregación Salesiana, P. Ángel Fernández Artime; y el Rector Magnífico de la Universidad Pontificia Salesiana (UPS ), el padre Andrea Bozzolo; junto a los Superiores generales de otras Congregaciones, Institutos, y personalidades del mundo eclesial.

El cardenal De Donatis comenzó la homilía retomando las palabras del salmo responsorial - "Bendice al Señor, alma mía" (Sal 103), como expresión de los sentimientos de gratitud presentes en el ánimo de los participantes en la celebración eucarística.

Además destacó el vínculo de profunda estima y amistad que unía a Don Bosco y a Don Daniele Comboni: “Los carismas que nos transmitieron son como dos lenguas de fuego del Espíritu Santo que penetran en sus corazones, encendiendo la inquietud pastoral y misionera... La estima y la admiración recíproca se manifestaron en diversas ocasiones... Ahora desde el cielo los dos Santos no pueden sino alegrarse al ver a sus hijas espirituales compartiendo la alegría por el camino recorrido hasta aquí y deseosas también de seguir adelante con el mismo ardor, porque las une la misma estima y amistad".

A continuación, subrayó algunos aspectos de la Palabra de Dios de la liturgia -gratitud, valentía del testimonio, dinamismo del seguimiento- y agradeció a los religiosos: "Mi deseo es que continúen en el compromiso, enriqueciendo a la Iglesia de Roma con vuestras energías, vuestros dones, y también dejándose enriquecer con la vida de esta Iglesia local que tiene al Papa como obispo”. La celebración fue testimonio de comunión y sinodalidad, de fraternidad y celebración.

Al finalizar, las dos Madres Generales, tras la bendición del Cardenal, saludaron a la asamblea, de la que damos un amplio resumen:

“San Juan Bosco y san Daniel Comboni se encontraron más de una vez. De la correspondencia entre ellos podemos entender que entre los dos existió una hermosa e íntima amistad. En 1864 Comboni se alojó en el Oratorio de San Francisco de Sales y se reunió con Don Bosco y sus jóvenes. Sabemos que en ese período Comboni inflamó tanto a los salesianos como a los jóvenes con un espíritu misionero (cf. MB VIII 825-826). Lo deducimos de la única carta encontrada de Comboni a Don Bosco fechada el 3 de julio de 1870:

“Vengo a hacerle una solicitud, que requiere una respuesta lo antes posible. ¿Estaría dispuesta a juntar dos o tres jóvenes sacerdotes suyos, con cuatro o cinco de sus muy probables artesanos y catequistas, para ponerlos a mi disposición para que los lleve a El Cairo en Egipto a mi instituto masculino? Estos serían parte de mi Instituto bajo mi jurisdicción, del cual yo me ocuparía de todo para el viaje, la alimentación, el vestido, la enseñanza del idioma y todo: pero al mismo tiempo les daría una adecuada autonomía, para que con el tiempo ayudados y reforzados por otros de su Instituto de Turín, mi Instituto de El Cairo los conduciría hasta el punto de poder dirigir una misión especial en África Central, que se confiaría exclusivamente al Instituto Don Bosco de Turín”.

Está claro que San Daniel Comboni también quiso que el carisma de Don Bosco llegara al corazón de África Central. Sabemos que en ese momento Don Bosco no pudo dar una respuesta positiva a la petición de Comboni, también porque aún no había obtenido la aprobación de las Constituciones por parte de la Santa Sede. Pero después de 150 años, si consideramos las innumerables presencias, que expresan el carisma salesiano en mujeres y hombres, que hoy están en África, misión tan querida por San Daniel Comboni, estamos seguros de que Don Bosco, con la cofundadora Santa María Domenica Mazzarello, está respondiendo generosamente a esa invitación.

Desde el principio nuestros Institutos han vivido en comunión de Carismas. Nuestros Fundadores nos han dado testimonio de que en la Iglesia o estamos en comunión o no estamos en la misión de la Iglesia. Hoy celebramos con gratitud a nuestros Santos Fundadores, grandes profetas de gran corazón y abiertos al mundo, a la misión universal de la Iglesia. Su carisma misionero vibra desde hace 150 años en el corazón de nuestras comunidades y sigue contagiando a muchas y muchos jóvenes, laicos y laicas compartiendo la misión ad gentes e inter gentes.

¿Qué nos dice hoy el encuentro de nuestros santos fundadores?

En primer lugar, nos invitan a no tener miedo y a cultivar juntos grandes sueños misioneros.

Al celebrar este gran jubileo, queremos fortalecer nuestra hermosa fraternidad y juntos escuchar el grito de la humanidad, de los jóvenes, de los pobres, de las mujeres y de la tierra.

Podemos, juntos y en red con otras familias religiosas y con otras instituciones, hacer opciones evangélicas valientes desde el punto de vista de la ecología integral, para soñar juntos nuevas misiones, y volver a empezar, continuando construyendo ese sueño en el que nuestros santos fundadores han creído y nos entregaron.

En la víspera de la solemnidad de Pentecostés, invoquemos juntos, con María, la Virgen del Cenáculo y guía maternal de nuestros Institutos, el don del Espíritu Santo, para que siga dando a la Iglesia los carismas necesarios para la santidad del pueblo de Dios y para la edificación del Reino de paz y fraternidad universal”.

Fuente: CGFMAnet.org

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